Por Alejandro Quiroga

En estos día caminando por las calles de Vicente López, en la esquina de San Martín y Monasterio, me encontré con una placa, me llamo la curiosidad y paré a leer unos minutos. La misma hacía mención al embajador y poeta haitiano Jean Brierre, que en junio de 1956 supo dar asilo político a los Generales Tanco y Valle y a sus familias, lo que le costó más tarde ser declarado persona no grata por el dictador Pedro Eugenio Aramburu, que había derrocado al Gobierno Peronista el año anterior. Esta placa me llevo a investigar un poco más sobre este hecho histórico y así nació esta nota.

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Cuenta la leyenda urbana que en un pueblo del País Vasco hubo una bomba que llegó a tierra pero nunca estalló. La bomba quedó incrustada en el medio de la plaza central del pequeño poblado. Los pobladores sorprendidos y asustados no se animaron a moverla, y mucho menos desarmarla. Allí permaneció años durante el gobierno de Franco como un símbolo aleccionador. Representaba la muerte, el poder del régimen y el castigo a quien se revelara.

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 "Mi cotidiano insomnio". Leonardo Favio.

 

Mi cotidiano insomnio se obstina en el misterio

de recordarme al otro aquel que fui.

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