Escrito por Nora Merlín, publicado en el sitio eldestapeweb.com el 24/11

Los desafíos de Argentina en un contexto de ofensiva antidemocrática fascista, racista y clasista en la región.

 

 

La ofensiva antidemocrática fascista, racista y clasista está en marcha en la región, con la reaparición de las FFAA como actores políticos. La Argentina cuenta con sólidos anticuerpos para enfrentar este flagelo, debido al rol de los organismos defensores de los derechos humanos, que hicieron posible un proceso único en el mundo de Memoria Verdad y Justicia.

El dispositivo del poder está logrando masificar la satisfacción en el odio y sus expresiones: xenofobia, venganza, etc. Las fijaciones sociales de odio se han sedimentado, tienden a repetirse y constituyen un síntoma social contemporáneo, un verdadero peligro para la humanidad porque operan contra la comunidad, la pervivencia de lo humano, la desintegración y el vínculo social.

La región en su conjunto se enfrenta al mismo impasse: fijaciones masivas de odio que se reproducen con similar argumento. Sin caer en posiciones de censura antidemocráticas, cabe que comencemos a desplegar la pregunta si puede seguir suscribiendo la alternancia democrática con proyectos que pretenden imponer una ideología racista, clasista y machista.

Constituye un problema urgente a resolver cómo conmover esas sedimentaciones pulsionales naturalizadas que se repiten como un eterno retorno de lo mismo. Será necesario inventar nuevas estrategias sociales para enfrentar este mal que se ha homogeneizado y se presenta como una pasión compulsiva, impenetrable e  irreductible a la razón.

Creemos que si las guerras de cuarta generación utilizan los afectos - la angustia, el odio, la culpa - para manipular la subjetividad, la respuesta contundente tendrá que ser con armas equivalentes, afectos de sentido contrario - Eros - enlazado a prácticas políticas.

En esa línea, Perón entendía que la organización de la comunidad debía consistir en una experiencia colectiva de articulación entre las diversas organizaciones y el Estado. Consideraba que el individualismo conducía a la desintegración, que se traducía en desorganización de la sociedad; la capacidad soberana del país dependería en buena parte de la organización social.

Las Organizaciones Libres del Pueblo (OLP) propuestas por Perón - uno de los rudimentos más originales del cuerpo doctrinal que nutrió al primer peronismo - constituyen un modelo de comunidad, un faro del que hoy nos podemos servir para fortalecer lo social y de ese modo combatir el avance del odio y el racismo, que apuntan a la desintegración social y a la ruptura de los lazos.

Las OLP libres del pueblo no las crea el Estado sino la comunidad, esto implica que los distintos sectores que componen la nación construyen sus propias formas de organización, por fuera del aparato estatal, en una dinámica constante de cooperación mutua. Dentro de las organizaciones se incluyen mutuales, clubes de barrio, asociaciones de profesionales, de trabajadores, sindicatos, fundaciones,  cooperativas, organizaciones de productores, etc.

En resumen, propone una forma de democracia participativa integrada por miembros politizados sensibles y conscientes de lo social. Esta concepción de la comunidad tira por tierra el falso conflicto excluyente individuo - sociedad. El gobierno, afirmaba Perón, debe ser una acción común, una forma de posibilitar que cada uno se realice a sí mismo al propio tiempo que todos realizan la comunidad.

Tanto Cristina Kirchner como Alberto Fernández sostienen la necesidad de volver a pactar lo social, realizar un nuevo pacto con los distintos actores. Todo deja entrever que, más allá de acordar con los distintos actores sociales,   fortalecer las instituciones democráticas debilitadas en estos años de modelo liberal es la hora del pueblo, una experiencia que permitirá radicalizar la democracia.

 

*Este artículo surgió a partir de una conversación con el compañero Pablo Arenas, del Ateneo Néstor Kirchner de Vicente López.