OFERTA de Pedro Saborido, publicado en el libro UNA HISTORIA DEL PERONISMO de EDITORIAL PLANETA

 

—Escúcheme… Usted sabe que tener el poder, dominar, manejar los hilos de una sociedad, de una nación… no es sencillo.

Usted sabe que armar una prosapia, un abolengo, una tradición familiar es difícil. El barro de este continente… la ciénaga a la que hemos caído…

—Ahá…

—Me refiero a construir una historia. Lejos de reinados, hemos armado una nobleza. Que no es aquella, obvio…

Es la que pudimos hacer aquí…Quiero decir: para ser una Nueva Europa, estamos haciendo un gran esfuerzo.

Usted lo entiende. Sus ancestros, desde su sangre, se lo recuerdan. ¡Sus abuelos, bisabuelos hicieron este país!

—Sí…

—Y fíjese lo que ahora ocurre. De pronto, con apenas 150 años de historia, aparece este coronel…Pretende pronto presentarse a elecciones. Usted ya vio lo que ocurrió el 17 de octubre.

—Sí, lo sé…

—¿Mire si Perón llega a presidente?. Perderemos nuestra aún joven e inacabada gloria… Perderemos el honor… No podemos dejarnos atropellar por estos bárbaros.

—Claro, entiendo.

—Por eso lo necesitamos a usted. Por su talento. Por su nobleza e historia. Por su valor intelectual. Por su erudición. Por todo lo que usted significa.

La recompensa será enorme. La fama. El prestigio. Todo lo que usted sueña. Aquí, en Europa, en todo el mundo. Si es que acepta ponerse en contra de Perón. Que usted sea un icono del antiperonismo. Esa es nuestra propuesta.

—Yo tengo otra propuesta…

—¿Qué propuesta?

—¡Agachate y besame esta!

—¡Señor! He venido desde muy lejos y…

—Y podés seguir de largo. Y mandarme una postal cuando llegues a la concha de tu madre, pibe. ¿Cómo me venís a pedir que me ponga en contra de Perón?. Perón, a mí, me cae fenómeno…¡Yo lo quiero a Perón, pelotudo!

—No lo sabía. Realmente es sorprendente. Un hombre de su calidad literaria, de su exquisita prosa, un maestro en el arte de la poesía…

—Si te parece que no puedo apoyar a Perón por hacer poesía…Entonces pensá un poco en la rima…

—¿Qué rima?

—La de este poema de carne que tengo para tu prima…

—Le pido no sea grosero…

—Si querés algo grosero, puedo estacionar mi chota en el garaje de tu trasero.

—Pero…

—Me hiciste calentar… Tomatelás si no querés que te cague a tiros.

—Me está apuntando…

—Sí. A la sabiola…

—Digo… Me está apuntando con una banana…

—Uy… la puta madre… es que cada vez veo menos.

—Eso ya lo sabemos. Se está quedando ciego. ¿Qué destino le espera?. ¡Usted trabaja de bibliotecario!

—Me la soba. Ya hablé con los compañeros. Les pedí que si ganamos me consigan un puesto municipal. Me gustaría ser inspector de Aves y Huevos. Me parece un laburo piola. Siempre me gustaron las aves y los huevos, el clima de granja…

—Como quiera. Pero piense esto: usted es escritor, se queda ciego. Puede ser una desgracia, claro. Pero para un hombre de letras, es un punto a favor para convertirse en mito. Acepte nuestra oferta de oponerse a Perón y el mito será completo. Le hacemos prensa, hacemos crecer su prestigio, lo traducimos a todos los idiomas, hacemos una campaña internacional…

—¿Editarían mis libros en Gran Bretaña? —se tentó el escritor.

—Ah, cómo se mea por lo británico, eh… Obvio que editaremos sus libros en todo el Reino Unido. Y en toda Europa. En Estados Unidos también.

Fama y prestigio, consagración mundial. Será sensacional. Borges vs. Perón… suena muy bien.

—Pero yo como contracara de Perón no soy muy creíble. A Perón le tiene que poner enfrente algo más simétrico, de su naturaleza: un militar, un gran oligarca, un político tan fuerte como él…

—¡No! ¡Paga más al revés! ¡Es David y Goliath! ¡Lo ponemos a usted y eso lo hace parecer a Perón más hijo de puta!. Nosotros ponemos de representante a un escritor ciego y erudito. Del otro lado, del populismo, un militar fascista con su «Alpargatas sí, libros no». Y usted, así… tan frágil y débil. En la desproporción ganamos. Borges vs. Perón es Civilización o Barbarie…

—Bueno, yo no sé… —dudó Jorge Luis.

—Ni lo piense. Además, usted va a salir ganando siempre. Los antiperonistas le rendirán loas y eterna admiración. Y los peronistas, no podrán dejar de reconocer su genio. Ellos van a apreciar su talento. Masticando bronca van a decir también que usted es el mejor. ¡Vamos! Será una gloria nacional y mundial. Una gloria universal… ¿Todavía lo está pensando?

—No sé… estos asuntos de política… me cuesta decirlo…

—Dígalo…

—La verdad es que yo preferiría no meterme en política. Yo soy peronista.

—¡Esa frase me gusta!… Es buena para tratar de ignorantes pasionales a los seguidores de Perón…

—Bueno. Yo lo decía por mí… Pero si le gusta, se puede adaptar… Tengo también una que dice que los peronistas no son buenos ni malos, son incorregibles. Le podemos cambiar el sentido. Que deje de ser elogio.

—¡Me encanta!

—Y esta otra: La democracia es un abuso de las estadísticas. Da a entender que puede votar cualquiera, y puede ganar alguien solo porque votan un montón de idiotas…

—Es excelente. La podemos usar si gana el peronismo.

—Yo la pensé para cuando pierda el peronismo.

—Es un detalle. Piense más frases de esas…

—No sé… el peronismo me tira…

—Piénselo. Elija bien. Además… ¿le conté que mi cuñado se fue a Suecia?. Trabaja como personal de mantenimiento eléctrico en la Fundación Nobel. Podría presentarnos gente…

—Interesante…

—Eso sí, Borges. Si acepta la oferta, le voy a pedir que se exprese públicamente con cierto decoro. No con estas guarangadas, que serían típicas de un peronista…

—De acuerdo. Voy a dejar de hacer rimas con garompas o proponiendo que se cuelguen de esta y hagan piruetas. Voy a ir más por el lado de los espejos, los tigres y los laberintos…

—Y use seguido la palabra «baladí».

—Seguro. Lo voy a pensar… pero delo por hecho. Deme un tiempo nada más para ver de qué manera me voy a mover para que nunca nadie se dé cuenta de que soy…

—¿Cómo «que soy»?

—Perdón… «que fui». Que nadie se dé cuenta de que fui peronista.

—¡Así me gusta! ¡Vamos! Choque esos cinco…

—Si me decís dónde tenés la mano…