Por Daniel “el Sopa” Bruno
Mojados desde la cabeza a los pies, emocionados como miles de personas, nos encontramos este 25 de mayo intentando infructuosamente acercarnos a la Plaza de Mayo.
Hasta al momento de redactar esta columna, no tomamos conocimiento si los distintos grupos de personas mayores lograron encontrarse entre la multitud; tampoco confirmar, que alguno haya podido acercarse al escenario de la plaza.
Como dicen los pibes “de un flash”, mientras intentaba conseguir comunicación telefónica, se me presentaron recuerdos, imágenes de las tantas veces que la vida nos instaló en este lugar, por reclamos, por solidaridad, y también por alguna victoria parcial frente a los enemigos eternos del pueblo.
Y nuevamente estábamos allí con otras expectativas, con más necesidades, esta vez por prepotencia de la edad, intentando representar a nuestro sector generacional de personas mayores. Nosotros, que cuando jóvenes reclamábamos un recambio generacional y nos queríamos hacer cargo del futuro: el futuro llego pero no como lo soñábamos.
Fieles, como siempre, a la metodología de procurar ser objetivos y analizar la realidad tal cual es como única forma de iniciar una camino para transformarla, podemos decir que: hoy un jubilado necesita tres haberes mínimos para cubrir la canasta básica de alimentos, el clima social está cargado de pesimismo, los adultos mayores expresamos sentimientos negativos y también, atisbos de esperanza.
Con todos estos elementos en la cabeza fuimos a la plaza a buscar respuestas, a cotejar las ideas con la realidad y el escenario siempre nos termina imponiendo nuevos desafíos.
¿Cómo explicar las causas de los problemas que padecemos?, ¿cómo explicarle al más despolitizado de los jubilados que, más allá de los errores, limitaciones y agachadas del Albertismo, el conflicto está en la concentración y extranjerización de la economía y en la deuda externa que potencio el macrismo?, ¿cómo advertir que este gobierno tendría que tomar medidas urgentes, pero que como sector no tenemos la fuerza necesaria y movilizada para imponerlas?. No podemos asegurar que este gobierno vaya a implementar las medidas que reclamamos, pero aun así, vaya paradoja , aun así, este gobierno es mejor que cualquier gobierno de ultra-derecha: ¿cómo fundamentarlo?.
Nuestra Vicepresidenta de la Nación nos dijo: “una sola persona no puede, tiene que haber cuadros que tomen la posta y lleven adelante el programa de gobierno que necesita la Argentina”. Más o menos: “si quieren cambiar su suerte, militen.”.
Esta propuesta debe ser interpretada y asimilada por el sector más vulnerable de la sociedad argentina; que somos los adultos mayores. La realidad nos indica que la participación política de la gran mayoría de las personas mayores es muy limitada, no se extiende más allá de ir a votar. El adulto mayor, una vez jubilado, se ve retirándose de las actividades sociales, más aún de cualquier actividad de participación política.
Es parte de la realidad que, producto de una mayor longevidad, en nuestra patria hoy somos 7 millones de personas mayores de 60 años: deberíamos revalorizar nuestra capacidad para participar e incidir en política.
Imaginemos que algunos miles de los nuestros nos corramos de la mera e improductiva queja, que nos pongamos en movimiento, que activos nos manifestemos dispuestos a defender derechos. Supongamos que los que alguna vez lloramos o nos alegramos por la Argentina, nos animemos a organizarnos: seriamos multitud, deberían escucharnos, obligaríamos a cambiar las cosas.
El conformismo es cosa de las derechas no de los que queremos transformar la realidad. No es una mera definición, para no pecar de charlatanería, habrá que bancar las ideas con hechos.
Claro que podemos equivocarnos, pero como no buscamos tener la razón, solo queremos mejorar la vida interviniendo en el curso de los acontecimientos. No estamos inventando nada y no vamos a dejar de intentarlo
Centro Paulo Freire
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