Por Mariano Ameghino – Gonzalo Tordini (*) - Universidad Nacional Arturo Jauretche
Arturo Jauretche nos decía que debemos desafiar la superestructura establecida, sumergida en la cultura colonizadora, para abrir nuevos rumbos a la indagación, resignificar la tarea intelectual, ampliar la inquietud espiritual y enriquecer la cultura, al proveerla de otro punto de vista brindado por las peculiaridades nacionales. Así evitaríamos que bajo la apariencia de los valores universales se sigan introduciendo como tales los valores relativos correspondientes sólo a un momento histórico o lugar geográfico, cuya apariencia de universalidad surge exclusivamente del poder de expansión que les dan los centros donde nacen.
Muchas veces se confunde y se promueve la tarea de relaciones y cooperación internacional de las Universidades como agencia promotora de valores universales, generadora de estudiantes globales o gestora de viajes y experiencias turísticas. Así planteado, el ideal de estudiante objetivo de las oficinas de relaciones internacionales, es aquel donde no tiene importancia si se graduó en el país o en el extranjero: lo importante es la técnica, valores y ciudadanía global. Ante esta desvinculación de la realidad, la comunidad y el contexto, la función del estudiante global es aplicar la técnica universal, sin interés ni preocupación por los fines de la técnica y el resultado de su aplicación.
Pensar la internacionalización universitaria en beneficio material e inmaterial de estudiantes, docentes, nodocentes, investigadores y de la comunidad donde se inserta requiere nuevos paradigmas que contemplen una heterodoxia en los vínculos cooperativos, cuestionando valores universales, y con lo propio como sustento de la experiencia y el aprendizaje. Ante encuestas y consultas a las comunidades universitarias, la mayoría de respuesta sobre intereses para una experiencia o vínculo internacional consolida al norte global como polo hegemónico en la generación y transmisión de conocimiento.
Esta concepción de las relaciones universitarias continúa siendo fuerte a pesar de la facilidad de comunicación y vinculación con áreas o regiones distantes gracias a la tecnología, el desplazamiento de riqueza y proyección hacia el Pacífico, cierta conciencia de la importancia de la integración latinoamericana y la centralidad de la cooperación sur-sur en la retórica de los organismos internacionales.
Si queremos ver el mundo desde nuestros propios ojos, las llamadas universidades del bicentenario, creadas en los últimos 20 años, tienen un rol y un momento clave para concientizar, trabajar, visibilizar y gestionar una integración al mundo desprovista de características coloniales. Es imperativo para el desarrollo nacional y local ser creativos y audaces en la diversificación de vínculos y promoción de relaciones.
La internacionalización universitaria no se limita a la gestión de movilidades de estudiantes. Los vínculos institucionales; representación internacional; promoción de proyectos binacionales en beneficio de ambas partes; realización de clases espejo; investigaciones conjuntas; internacionalización del currículum; fomento a la interculturalidad; participación en alianzas regionales; apoyar el fortalecimiento de capacidades idiomáticas; intercambiar buenas prácticas; incrementar la internacionalización de docente e investigadores; entre muchas otras tareas, son las herramientas para ampliar el conocimiento sobre el otro, expandir las ideas a través de la interacción e incrementar el interés por los posibles resultados de la aplicación de lo aprendido en las aulas universitarias.
Aprovechar las nuevas formas de intercambiar y vincularse mediante las tecnologías de la información, generar programas que financien la movilidad física de forma inclusiva, reconocer trayectos académicos que permitan que los estudiantes cursen materias en otras latitudes con mayor agilidad, con el objetivo de avanzar en sus planes de estudio, conocer investigaciones de profesores, experiencias de gestión universitaria entre los países del sur, con la mirada ampliada sobre el significado de inteligencia al momento de integrarse al mundo, defendiendo nuestros intereses. Cooperar en la formación de ciudadanos críticos, con anclaje en su territorio, profesionales para transformar la realidad que lo circunda y sabiendo que hay todo un mundo diverso con problemas y preguntas, distintas o similares, que pueden aportar a soluciones y producciones de conocimiento.
Debemos enfocar las experiencias de intercambio y cooperación internacional junto a las Instituciones de Educación Superior del mundo que promueven preguntas y respuestas para este siglo XXI, en sintonía con las problemáticas de nuestros pueblos y en beneficio de la distribución de oportunidades, la descolonización educativa – cultural y la mejora de la calidad de la comunidad en la que la universidad se inserta.
Mientras hace pocos años realizar una conferencia virtual era un esfuerzo y un acontecimiento en nuestras universidades, la emergencia sanitaria puso en la superficie un conjunto de herramientas que permiten intercambiar diálogos, conferencias, clases, exposiciones con estudiantes, trabajadores nodocentes, investigadores y profesores de todo el planeta.
Es importante aunar esfuerzos para la distribución equitativa de oportunidades y vinculación internacional, donde la virtualidad debe ser una herramienta que complemente ese proceso, prestando especial atención a no generar una experiencia internacional de segunda categoría, mientras se continua promoviendo la movilidad física entre sectores privilegiados que pueden solventarse viajes y estancias.
Estas nuevas posibilidades que nos brinda la conectividad virtual internacional, visibilizada, incorporada y utilizada masivamente durante el último año, nos presenta el desafío de transformar una herramienta en una oportunidad para diversificar los vínculos académicos, explorar nuevos socios de inmensas y valiosas regiones como África, medio oriente y Asia, consolidando la sinergia latinoamericana, sin dejar por ello la continuación del exitoso vínculo con los socios tradicionales de la educación superior.
Para ello, debemos enfocar las experiencias de intercambio y cooperación internacional junto a las Instituciones de Educación Superior del mundo que promueven preguntas y respuestas para este siglo XXI, en sintonía con las problemáticas de nuestros pueblos y en beneficio de la distribución de oportunidades, la descolonización educativa – cultural y la mejora de la calidad de la comunidad en la que la universidad se inserta.
(*) Los autores son los directores de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Arturo Jauretche