Escrito por Beto "Barbarroja"
¿La deuda del campo popular?
Hace un tiempo, largo ya, que algo me da vueltas en la cabeza, y es la formación de los sectores juveniles que se van sumando a la militancia, y lo vea por donde lo vea es un problema que se va profundizando con el tiempo.
Hagamos un poco de memoria
Desde aquel 1957, con la organización realmente orgánica con proyección nacional de la primera juventud peronista, de Gustavo Rearte, Carlos Caride, Jorge Rulli, Mario (Tito) Bevilacqua, Envar El Kadri , Susana Valle y Felipe Vallese, se puede acceder a una basta lectura de documentos, comunicados, discusiones, en las cuales abundan las complejidades y contradicciones de la época, pero se ponían sobre la mesa. Después vinieron otras experiencias ya entrados los 60’s, la APR (Acción Peronista Revolucionaria) de John William Cooke y Alicia Eguren, las experiencias de acercamiento del marxismo y peronismo como lo fue el movimiento nacionalista revolucionario Tacuara, desde la izquierda el MIR- PRAXIS, experiencias que derivan en las organizaciones revolucionarias de los 70’s ( FAR-MONTONEROS, PRT- ERP), sin olvidar los posicionamientos del sindicalismo combativo. Los debates, documentos y posiciones de las fuerzas políticas populares reflejaban las complejidades del momento político con un nivel de profundidad que sería un crimen dejarlas en abandonadas en las oscuridades del tiempo.
Ahora el ahora y un poco antes también
En tiempos de la larga noche de la dictadura, la transición de los 80’s y la devastación neoliberal de los 90’s, la resistencia fue fundamental, decidida y fuertemente popular, posteriormente llegaron los días de volver a construir la patria. Fue en ese momento que empezó a crecer una militancia más nutrida por sectores y costumbres de clase media que en nuestra rica historia de lucha, las formaciones militantes se empezaron a edulcorar y el análisis histórico también. Se empieza a recibir todo procesado, cada postura ya pensada y cerradita, abandonando el pensamiento crítico, base de sustentación del compromiso de cambiar de raíz las injusticias. Cambiamos procesos de discusión colectiva por sustentos basados en la muletilla del mercantilizado JEFA. Se perdió la iniciativa de las ideas de base, para solo esperar las decisiones de las superestructuras, raramente se empieza a ver al PJ como una especie de meca, cuando por mucho tiempo fue, es y será una chapa para tiempo de elecciones, pero vacia de contenido: sabemos que el peronismo es la política en el territorio, la calle es su hábitat natural. He visto pintadas que rezan” los días más felices fueron kirchneristas”: ¿auto censuramos nuestra historia?.
Se llega a ver un peronismo juvenil tácito, casi conservador, cuando la juventud tendría que ser biológicamente revolucionaria, un actor principal en motorizar las políticas de inclusión. La organizaciones juveniles peronistas parecen estar en una posición burocráticamente aburguesada, miran con desconfianza a la que fuera columna vertebral del movimiento nacional -la clase trabajadora-, re-nombrándola en muchas ocasiones como clase media asalariada -un vaciamiento ideológico basado en captar un nuevo actor social, siempre volátil y bastante quisquilloso, tan bien descrito por Mario Benedetti en su poema-.
Sobran excusas para el vaciamiento
No falta el que, en algún debate, si se da, salga con la excusa de “no comerse la curva”, “no chocar la calesita “, “no troskearla “cuando se quiere profundizar en el pensamiento crítico, base fundamental en la formación de cuadros políticos, como muy bien lo sostenía Rodolfo Walsh: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas”. Pero esto lo sostenía el enemigo, compañeros, EL ENEMIGO.
Es el momento del andar de "la Formación a la Victoria"
Hoy debemos retomar el camino de una seria formación política, es la hora de verdaderos cuadros, debemos leer y releer a quienes marcaron nuestro camino ideológico hacia la emancipación definitiva, no podemos regalarle al enemigo la entrelinea del sujeto social, debemos estar en cada lugar dando la pelea, sin miedo, sin especular, la derecha -si de algo que carece en estos momentos-, es de argumentos. Entonces, para cada debate, nuestra arma más perfecta será la formación.
Ahora sí debemos dar pelea en la batalla cultural, no tenemos ni piedras para ir al combate, creo que es una tarea urgente y cabalmente necesaria, porque estamos perdiendo el espíritu de rebeldía y eso hace que veamos al enemigo muy gigante no porque lo sea, sino porque quizás tengamos que ponernos de pie.