Por Raúl Egitto
El virus no llegó ni de Rafael Castillo ni de Berazategui. Como en tiempos ancestrales el virus vino de Europa y en clase ejecutiva. No vino ni de Bolivia ni de Paraguay. No llegó ni con los hedientos ni con los bárbaros, ni con los negros de mierda. Llegó con la pulcritud.
Párrafo aparte para los medios de comunicación desesperados por desesperar y desinformar, medrando para despolitizar y poner en cuarentena la conmemoración del 24 de marzo.
Y después están los zonzos del aprovisionamiento de papel higiénico, alcohol en gel y barbijos. Supermercados y farmacias atestados. La estabilidad hormonal de la ciudadanía está afectada y cunde el pánico.
Netflix está de fiesta con la psicosis. Los quiere a todos adentro.
Es crucial tener en cuenta a las cucarachas de siempre. Avivados que aumentan los precios, que calculan con el codo, mientras explotan a sus propios trabajadores. El lema del neoliberalismo «Soy yo y es ahora» viaja a Monte Hermoso.
¿Qué decirles a mis amigos? Ellos son una población en riesgo. Odian la política o me dicen sacando pecho que no les interesa. Nada dijeron cuando el Ministerio de Salud pasó a ser una Secretaría. Ahora piden al gobierno que tome decisiones políticas y al Estado que ellos detestan detenga la pandemia.
El mismo amigo que se reía a carcajadas cuando Argentina mandaba un satélite al espacio ahora me señala que el Estado tendría que inventar una vacuna y quiere coronar a los médicos que ahora son grandes servidores públicos y antes eran vagos del Estado.
Quisiera decirle enfáticamente que la línea aérea estatal que él desvalorizaba, va a repatriar con mis impuestos, a argentinos varados en Europa. Quizás viene Dujovne, cumple con el protocolo y nos devuelve todas las divisas fugadas. Prefiero callarme. Son tiempos de ampliar las bases de sustentación y que se enlace la mesa.
Disculpen si mi reflexión es algo apresurada. Acabo de toser en el Sarmiento y parece que va a tronar el escarmiento.