Imprimir
Visto: 4506

Por Horacio Verbitsky, extraído del sitio https://www.elcohetealaluna.com/

Sólo los beneficiarios de su política quieren estar cerca de Macrì, cuyo poder cae con la estanflación

 

 

La significativa concentración en Luján, el mediodía del sábado 20, mide la extensión del repudio a las políticas del presidente Maurizio Macrì. Pero esta maciza respuesta popular no es el único indicador de la velocidad a la que se evapora el poder de quien ha perdido el respeto y el afecto aún de quienes lo acompañaron en la toma de las decisiones que condujeron a la encrucijada actual. Que el encuentro se haya realizado frente a la católica Basílica de Luján es un indicio de la creciente articulación entre la calle y la política, la movilización social y gremial y el proyecto electoral de salida. El Vaticano y el Episcopado argentino llevan meses trabajando en esa línea,  en forma más abierta que lo común. Con su catastrofismo habitual, el Papa Bergoglio le ha dicho a varios interlocutores argentos que Macrì va a terminar colgado en la Plaza de Mayo (hace un lustro afirmaba que el gobierno de Cristina concluiría con un baño de sangre).

Para la dirigencia peronista y kirchnerista, el sindicalismo combativo y los movimientos sociales, el encuentro en la Basílica histórica es una forma no desdeñable de protección. Lo mismo vale para el Episcopado Católico, que pudo darse un baño de masas. Está abierto a interpretación quién gana más en este trueque de legitimaciones, que fue muy común entre las décadas del ’20 y el ’80 del siglo pasado. Por lo pronto, el grueso de los manifestantes estaban encuadrados en sindicatos de la CGT. Hubo dirigentes de los movimientos sociales y de la CTA, pero no movilizaron porque se reservan para el miércoles 24, en la Plaza del Congreso y dos movidas de ese tipo en una semana no son fáciles de sostener. La homilía fue liviana. En cambio la oración por pan, paz y trabajo, que leyó la sindicalista judicial Vanesa Siley  levantó el tono: afirmó que crece el número de pobres, que pasan hambre, se deterioran la salud y la escuela pública, y el poder judicial desecha la presunción de inocencia. Sin justicia es imposible una paz auténtica y duradera. Ante la falta de trabajo, por los despidos masivos y la flexibilización laboral, muchos tienen un salario injusto y jubilaciones que no alcanzan, porque el sistema económico egoísta prioriza la especulación financiera sobre el trabajo. Este modelo económico pone en peligro la vida y la paz social, y pidió un acuerdo social en defensa del trabajo. En la misma tónica siguió la participación final de otros credos: tanto el pastor Fernando Suárez, como el metodista Néstor Miguez y  los musulmanes Mohsen Alí y Karin Paz y el fundador del Llamamiento Judío Jorge Elbaum (sin la kipá que le llevó el viento), hicieron referencias explícitas a la actualidad, al plan económico de miseria y la persecución política del adversario.

Ni una a favor

El desvanecimiento del macrismo se refleja en otros terrenos. Por ejemplo:

Los santos vienen marchando

Cada vez con menos contradicciones, la jerarquía eclesiástica católica construye puentes entre distintos sectores de la oposición, para que no dividan fuerzas frente al neoliberalismo y que se agrupen en un frente patriótico para impedir que continúe después de 2019. Diversos operadores trabajan en la misma dirección:

El Frente de Izquierda se burló de esa convocatoria e ironizó que debería llamarse Frente Sindical para el Modelo Clerical. No obstante, su dirigente Myriam Bregman también se encontró con CFK. Según el órgano partidario La Izquierda Diario, los convocantes a Luján no lo hacen al Congreso el miércoles 24, si es que ese día se trata en comisiones el proyecto de presupuesto. No es exacto: al menos la Asociación Bancaria decretó paro y convocó a movilizar sobre el Congreso el 24. También lo hicieron Curtidores, Gráficos, Farmacia, Sitraju, camioneros y ambas CTA.  Hasta el dúo que administra la CGT residual (Carlos Acuña y Héctor Daer) anunció en Tucumán un nuevo paro general en noviembre, pero esta vez de 36 horas y con movilización, como ya había planteado Hugo Yasky.

La evaporación del poder de Macrì estimula a resistir su proyecto, ganar la calle y elaborar la alternativa electoral que lo jubile.