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Por Daniel García Delgado* Director del Área Estado y Políticas Públicas de la FLACSO Argentina

http://politicaspublicas.flacso.org.ar/

La Argentina se encuentra en una situación compleja y difícil para lograr una inserción internacional autónoma que mejore sus posibilidades de desarrollo sustentable e inclusivo y de calidad de vida. En todos los casos, los contextos internacionales, novedosos y turbulentos e inciertos como el que enfrentamos, tienen al mismo tiempo desafíos fuertes, pero también oportunidades. Esa situación compleja y desafiante deviene, primero, porque estamos en una región en disputa entre EEUU y China.

Con la conflictividad que supone no poder tener un equilibrio estratégico beneficioso a nuestros intereses, sino estar bajo una presión constante por parte de EEUU de buscar un retiro de las posiciones de China en una región que considera propia. En todo caso, solo permitir a los países latinoamericanos tener relaciones comerciales privadas de venta de commodities, pero no acuerdos de Estado, políticas estratégicas de infraestructura, energía y comunicación. En ese sentido, es importante reconocer no solo los efectos de la pandemia sobre la economía -y ahora los de la guerra de Ucrania sobre el mundo-, en términos inflacionarios y de turbulencia comercial y de corte de algunas cadenas de valor, sino en un sentido profundo de una mutación de la globalización. Para ser más preciso, asistimos a las resistencias de algunos países que controlaban el orden mundial anterior a la multipolaridad que se expresan para limitar los cambios en la globalización que impulsan China, India y otros países emergentes. Por ello, son necesarias políticas que permitan revertir el rumbo hacia la especialización, financierización, especulación y empobrecimiento generado por la herencia neoliberal más reciente en Argentina, junto a las características estructurales de una sociedad compleja, pendular y dependiente[1]. Una sociedad con problemas de restricción externa, bi-monetarismo y externalización del excedente. A esto se suma más recientemente el conflicto dentro de la coalición gobernante sobre qué modelo sería más adecuado para el desarrollo: si aquel que privilegia mercado interno, distribución, sustentabilidad y expectativas sociales en ascenso, o aquel que asegura un futuro cercano siguiendo un rumbo inalterable de estabilización económica. Pensar la política exterior en este contexto requiere construir agendas en niveles múltiples, que combinen pragmatismo y posibilidad, pero que no abandonen las aspiraciones más profundas y estructurales de sus pueblos que buscan cuestionar las asimetrías tanto a nivel regional como mundial. Y, a la vez, garantizar un equilibrio entre moderación y audacia. Por eso, el concepto de autonomía sigue siendo válido para pensar tanto el objetivo como el contenido de la política exterior argentina.[2]

1. Las potencialidades de un bloque regional autónomo y un modelo distinto de capitalismo de Estado

En este contexto, ¿cuáles podrían ser los vectores que integren ese rumbo estratégico de mejora de la autonomía en la relaciones internacionales en un mundo donde ha finalizado la hiperglobalización que empezara con la caída del Muro, donde se dieron los indicios de la emergencia de un modelo multipolar con la aparición de China y la crisis del 2008, con una crisis de hegemonía de parte de EEUU, pero, a la vez, de una fuerte reacción por parte del G-7 de aceptar otro orden mundial que no lo tenga a EEUU y sus valores como líder del mismo. En todo caso, podemos interrogarnos sobre ¿cómo sería esa inserción más autonómica que la anterior de alineamiento estricto de Macri a la agenda de EEUU junto a la desestructuración de los esfuerzos regionales de construcción de instituciones autonómicas, como la UNASUR, pero ahora coincidente con las promesas electorales del Frente de Todos y junto a una nueva ola progresista que recorre la región, sin tener certezas de corto o largo alcance?. Primero, sería apostar a un bloque regional, a tener una voz y una modelística. En un mundo de grandes países continentes de bloques conflictivos, la región requiere tener una voz y una orientación a que el Estado regule el mercado, un capitalismo de Estado sustentable que no deje imponer sus criterios a las grandes corporaciones. Una presencia e identidad en ese mundo que solo nos reconoce como países por separado. Donde la región es más pensada desde fuera que desde dentro y no desde un pensamiento situado. En definitiva, de ser un polo en un mundo multipolar. Segundo, esta posibilidad de configurar ese bloque se potencia por la presidencia pro tempore de la CELAC de nuestro país; por la nueva ola progresista que se ha generado en los últimos años buscando otros modelos de desarrollo más sustentables y justos; por el liderazgo progresista de AMLO en México que busca vincularse con el sur de la región; por la probable asunción de Lula como presidente de Brasil y de Petro en Colombia, y los nuevos liderazgos emergentes de esta ola como los de Boric en Chile, Arce en Bolivia, Castillo en Perú, Xiomara Castro en Honduras. Este posicionamiento de la CELAC no desdeña la importancia del fortalecimiento del Mercosur en una forma más integrada y ampliada con el ingreso de países como Bolivia y Venezuela, y que ese bloque puede ser una vinculación estrecha CELAC + MERCSUR que lleve hacia una región bi-oceánica e integrada con una agenda común. Tener una voz y agenda propia es necesario porque se trata de desplazar a la OEA como ámbito de intermediación de la agenda política comercial y militar de EEUU para América Latina. Si bien las Américas son una geográficamente, y hay relaciones comerciales y de inversión, los intereses geopolíticos de EEUU y AL son distintos y por el momento no complementarios. En esta segunda onda progresista que transcurrimos, se revela la necesidad de tener una visión estratégica en países líderes por su tamaño y desarrollo de la región y tomar medidas audaces y conjuntas como las anunciadas y tomadas, por ejemplo, por AMLO y Lula, donde ambos proponen medidas fuertes en términos de promover un bloque, con una moneda digital común, de nacionalizar el litio en el caso de México. Asimismo, de no participar de la Cumbre de las Américas en junio de este año en Los Ángeles en caso de que haya exclusiones, como las anunciadas por el presidente Biden, de Nicaragua, Venezuela y Cuba, expresado tanto por AMLO, como por Arce como presidente de Bolivia y Xiomara Castro de Honduras, y los 14 países de la CARICOM, la comunidad de países del Caribe, que anunciaron el 5 de mayo que no asistirán al encuentro. Asimismo, se requiere de políticas en conjunto que modifiquen el statu quo y amplíen el campo de lo posible. Este objetivo requiere tener alianzas estratégicas que en lo global puedan traducirse en empoderamientos a través de inversiones en infraestructura, tecnología, comunicaciones y finanzas, en la Ruta de la Seda, entrar a las BRIC’s y a su Banco de Desarrollo, lo que podría ampliar el vínculo de Argentina y la región con Asia. La Franja y la Ruta buscan coordinar políticas en vistas de mejorar las relaciones comerciales de los socios, desplegar inversiones directas y las condiciones de un despliegue financiero y del yuan, para superar la restricción externa, el bimonetarismo de los países periféricos frente a la tentación de la derecha del social progresismo de seguir la ruta del dólar, y de ir la extrema derecha hacia la dolarización [3].

En esa dirección estaríamos en un rumbo con vientos a favor de la multipolaridad, y de la articulación con la región del Asia Pacifico -la de acumulación más potente e influyente actualmente-, sin por ello abandonar políticas y alianzas con otros países o buenas relaciones con EEUU y la UE, y naciones de creciente importancia como la India y Turquía, que tiendan a favorecer nuestros intereses.

2. Tensiones y contradicciones en la inserción internacional

Ahora bien, las orientaciones de la política exterior argentina muestran tensiones y contradicciones con el rumbo señalado anteriormente. No parecería coherente con aquellos vectores el bloqueo que se hace de parte de algunos sectores del propio gobierno a la producción de energía con inversión externa china como la construcción de la central de Atucha 3, aduciendo la restricción a las inversiones en yuanes que establece el acuerdo con el FMI por la misma expansión de la tecnología de China [4] y, asimismo, desde la cancillería restringiendo la inversiones chinas. Tampoco es razonable aceptar las operaciones que se hacen contra Aerolíneas Argentinas sin respuesta por parte de los funcionarios del área. O como cuando la Jefa del Comando Sur critica la existencia del Observatorio espacial compartido entre Argentina con China en Chubut, siendo que la UE tiene también uno en Mendoza. O las operaciones contra los puertos logísticos que se intentan hacer en Ushuaia en conexión con la Antártida, y aún mismo la falta de avances de las represas hidroeléctricas del sur. Tampoco sería coherente hacer misiones comerciales dentro del bloque occidental como Emiratos Árabes Unidos, Israel, Italia y más recientemente a la UE; y donde el último viaje del presidente Alberto Fernández tampoco es lógico para la búsqueda de financiamiento e inversión en infraestructura para los gasoductos y puertos que se necesitan para exportar energía, en lugar de buscarlos en China o en el Banco de las BRIC´s como ya se habían ofrecido sin mayores condicionamientos en cuanto a envío de remesas y pago por adelantado. Tanto por la necesidad de China de invertir en yuanes y porque su lógica de acumulación requiere procesos de generar infraestructura en diversas partes del mundo y así exportar sus estándares. Esto mostraría las diferencias que existen dentro del Frente sobre la inserción internacional de Argentina que poco a poco comienza a ser explicitada, y la comprensión de los cambios en la globalización. Entre: i) el optar por un socialprogresismo (social-demócrata) que no lee bien el conflicto global que se está produciendo en este momento; y ii) las posiciones donde la guerra híbrida entre Ucrania y Rusia en que está involucrada la OTAN que afecta a todos forma parte de una lucha por el formato de la globalización futura [5], si ésta va a tender a recuperar una forma hegemónica, unipolar, del liderazgo occidental o si irá hacia un mundo multipolar, hacia la diversidad; desde esta segunda perspectiva, la multilateralidad sería más compatible para enfrentar en conjunto y en forma cooperativa los problemas que afectan al bien común global, como son el cambio climático, la desigualdad creciente en y entre las naciones, las fuerzas que generan migraciones sin destino; la seguridad alimentaria; el predominio del poder financiero y corporativo sobre los Estados, y la necesidad de reformulación de las organizaciones multilaterales que se hicieron en Bretton Woods incluyendo las Naciones Unidas. Dani Rodrik considera que para una nueva globalización post-guerra de Ucrania, “sería necesario para las grandes potencias, y EE. UU. en particular, reconocer la multipolaridad y abandonar la búsqueda de la supremacía mundial. Estados Unidos tiende a considerar el predominio estadounidense en los asuntos globales como el estado natural de las cosas. Desde este punto de vista, los avances económicos y tecnológicos de China son inherente y evidentemente una amenaza, y la relación bilateral se reduce a un juego de suma cero. Dejando de lado la cuestión de si EEUU puede realmente evitar el ascenso relativo de China, esta mentalidad es peligrosa e improductiva. Por un lado, exacerba el dilema de la seguridad: es probable que las políticas estadounidenses diseñadas para socavar a las empresas chinas como Huawei hagan que China se sienta amenazada y responda de manera que validen los temores de Estados Unidos al expansionismo chino. Una perspectiva de suma cero también hace que sea más difícil cosechar los beneficios mutuos de la cooperación en áreas como el cambio climático y la salud pública mundial, al tiempo que reconoce que necesariamente habrá competencia en muchos otros dominios. En resumen, nuestro mundo futuro no tiene por qué ser uno en el que la geopolítica triunfe sobre todo lo demás y los países (o bloques regionales) minimicen sus interacciones económicas entre sí. Si ese escenario distópico se materializa, no será debido a fuerzas sistémicas fuera de nuestro control. Al igual que con la hiperglobalización, será porque tomamos las decisiones equivocadas” [6].

3. El no alineamiento activo como forma de inserción autónoma

El no alineamiento activo remite a una vieja tradición de política internacional de los países del Tercer Mundo que en la Conferencia de Bandung de 1955 se posicionaron como “no alineados” para mantener grados de autonomía frente a la alternativa capitalismo-socialismo de la Guerra Fría. Esta posición fue retomada con posterioridad por el Grupo de los 77 (que integra Argentina entre otros) y actualmente conforman el denominado Grupo 77 + China [7]. La idea del no alineamiento activo es traída a la actualidad por Marcos Ominami en las recomendaciones del Grupo de Puebla para evitar que la región caiga dentro de un nuevo esquema de la Guerra Fría, pero ahora entre los países democráticos -la alianza occidental- respetuosos de la libertad y las autocracias electivas -principalmente Rusia y China- que no respetan los derechos humanos [8]. En el conflicto actual entre Rusia y Ucrania, lo racional es apostar a la paz, ya que cualquier error de cálculo puede dar lugar a una escalada con riesgos de desenlace nuclear. De allí que la vía de resolución es diplomática y no militar. Esta posibilidad estuvo cerca de alcanzarse en el acuerdo de Turquía bajo los criterios de neutralidad nuclear de Ucrania, garantías de seguridad, un marco para la solución de los problemas de Crimea y el Donbás, y la retirada rusa de Ucrania. La comunidad internacional apoyará un acuerdo de esa naturaleza; y por su propia supervivencia y bienestar, lo mismo debe hacer Ucrania que hasta ahora hace lo que la NATO le dice. La continuidad de las sanciones y el suministro continuo de armas sofisticadas generan graves consecuencias económicas no solo sobre la Federación Rusa, también sobre Europa y los mismos EEUU. La inflación estadounidense alcanzó un máximo en cuarenta años y es probable que se mantenga, por los billones de dólares de liquidez que creó la Reserva Federal estos últimos años. Al mismo tiempo, las economías de Estados Unidos y Europa están en desaceleración (o incluso en contracción), mientras se multiplican interrupciones en las cadenas de suministro. No nos ayuda la deriva hacia un alineamiento que nos embloque nuevamente en la agenda de EEUU y de la NATO, ya que esta última es una organización de carácter ofensiva y que incluso amenaza a China y también a Argentina. En efecto, porque a 40 años de la guerra de Malvinas, sobre la soberanía de las islas -y a pesar de todos los esfuerzos realizados por la Secretaría de Malvinas por que se reconozcan disposiciones de la ONU de tener conversaciones entre los actores sobre la base de soberanía de Argentina-, en un mundo en que no existe el derecho internacional, no solo no se ha avanzado sino que nuestra condición bicontinental con la Antártida también está siendo amenazada con la nuclearización de Malvinas por Gran Bretaña y la OTAN, que apuntan a la explotación de los recursos petroleros, pesqueros, mineros y de control sobre la Antártida. En ese sentido, necesitamos del apoyo de un bloque regional y aún de Sudáfrica para defender aislando estos movimientos, develamiento para promover un Atlántico sur y Antártida desmilitarizados, desnuclearizados y gestionados ambientalmente en favor de todos. También las diferencias sobre la autonomía que requiere un modelo sustentable e inclusivo se vinculan con las políticas que regulan nuestros puertos sobre el Paraná, que están privatizados en un conflicto que ya tiene 30 años de vida. La Hidrovía es el conjunto de puertos gestionados por empresas privadas por donde pasa la mayor parte de la riqueza de nuestra exportación agropecuaria, que no puede ser controlada mediante balanzas, o sistemas de ningún tipo y donde se privilegia el puerto de Montevideo para no pagar impuestos. Donde en el presupuesto del Ministro Guzmán ya no incorpora el Canal Magdalena para salir al mar sin ir por Montevideo o Nueva Palmira; y donde se ha ido perdiendo la oportunidad de hacer de Vicentín una empresa pública para introducirnos en el corazón de la producción agroalimentaria con control de precios y empresa pública de referencia con participación de pequeños y medianos productores. No es un problema de moderación o de falta de diálogo, lo que llevaría a esta transformación, es un problema de intereses estratégicos de un Estado que requiere tener capacidades para poder regular frente a un mercado guiado por el solo interés de trasnacionales concentradas que subordinan también a los pequeños y medianos productores. Y donde la empresa pública no estatal, con autonomía, con participación pública -como INVAP, ARSAT, YPF-, es parte sustantiva del modelo alternativo al de la IED sin restricciones al que apunta el equipo económico de Guzmán. Por el contrario, el capitalismo de Estado, con empresas públicas en los lugares estratégicos, energía atómica, la electromovilidad y su cadenas de valor, lo mismo que el cobre, la biotecnología, INTA e INTI, son parte de un modelo novedoso, junto con un sector de la economía popular que se guía por criterios no capitalistas de asalariado pero remiten a un mercado. Así, como otro de los elementos del modelo propio (además de empresas públicas no estatales, capitalismo de Estado, inserción autónoma en la multipolaridad, constitución de un bloque regional), es imprescindible cambiar el paradigma del subsidio por el paradigma del trabajo. El empleo formal debe abarcar las nuevas formas de la economía popular. La economía popular es llevada adelante por personas que fueron descartadas de los empleos formales, destacándose y valorando el hecho de su organización como asociaciones o sindicatos. Y por último, empoderar regiones interprovinciales (Norte Grande, Parlamento Patagónico) que aseguren un modelo de acumulación propio y no dependan exclusivamente de la coparticipación de Buenos Aires y vinculaciones radiales con el gobierno de turno. El punto es la creatividad, y apuntar a los objetivos de sustentabilidad compleja e inclusión, donde el modelo cierra con todos.

4. En búsqueda de un lugar equivocado en el primer mundo

La autonomía política también es recuperable en una visión y acción estratégica, como la que corre en la iniciativa del Senado para que los que fugaron paguen por la misma, en el proyecto sancionado por el Senado para crear el “Fondo Nacional para la Cancelación de la Deuda con el Fondo Monetario Internacional”, que apunta a formar un fideicomiso con el aporte del 20% de los bienes de ciudadanos argentinos en el exterior no declarados, porción que deberá ser abonada en dólares; es al mismo tiempo recuperar justicia social y autonomía. También sobre la iniciativa de ganancias indebidas o extraordinarias propuesto por el Ejecutivo, y todas aquellas iniciativas de la sociedad civil y movimientos sociales que apunten a aumentar los ingresos y dignidad de los empleos, y a modificar la curva de una redistribución regresiva, o de no ir hacia un modelo de exportación de commodities con bajos salarios y altas ganancias corporativas y de accionistas, esperando que algún día con este crecimiento todos se vean beneficiados. El modelo de desarrollo de Argentina no es sustentable ni inclusivo y así va coincidiendo con un tipo de inserción internacional neo-alineada, que privilegia su vinculación al bloque occidental sobre el asiático y el sur global, y la no conformación de un bloque regional latinoamericano con agenda propia. Porque frente a las consecuencias negativas de la guerra de Ucrania y del aprovechamiento de las oportunidades de nuestro país, que es productor de alimentos, y –potencialmente y a breve plazo- de energía y minería para exportar - la visita a España, Alemania y Francia del presidente respondió al impulso del problema energético-. Se pretende conseguir en Alemania o Francia los contratos de compra de gas a largo plazo que permitan financiar un nuevo gasoducto, una planta de licuefacción y un puerto, a través de los cuales exportar ese combustible. En el curso de los próximos meses Guzmán se propone enviar al Congreso un proyecto de ley que garantice la libre disponibilidad de divisas y la estabilidad jurídica y tributaria a las empresas que participen en ese emprendimiento. En esta búsqueda de un lugar en el primer mundo, el presidente confesó sin reparos, al contrario de lo que había dicho a Xi Jinping en su visita a China de febrero, de cerrar esa puerta de financiamiento y en la Deutsche Welle terminó reconociendo “que los chinos son grandes inversores, pero, a diferencia de los europeos, carecen de afinidad cultural con América Latina”. Las oscilaciones en política exterior no son coherentes con discursos previos, ni con el interés común de configuración de un bloque regional que tenga inversiones de infraestructura sin condicionamientos como los acuerdos de la Ruta de la Seda y el ofrecimiento del Ministro de Economía de Brasil de incorporar a la Argentina al Banco de las BRIC´s. Así, el modelo productivo que se está configurando y la inserción internacional en el bloque occidental no van a ser distributivos, ni de transferencias tecnológicas, ni generadores de cadenas de valor propias [9]. Por otra parte, las orientaciones internacionales que impulsa el gobierno consideran que el vínculo con el FMI y la UE nos salvarán, sin reconocer que la UE no es independiente de la agenda de EEUU y que, a su vez, está subordinada a la OTAN a cambio de suministro energético, militarización y guerra permanente contra Rusia y su régimen. Esta posición, con una guerra de desgaste interminable hasta alcanzar una improbable victoria, es contraria con la vocación de paz de Argentina, de varios países de América Latina, de Asia y del sur global que apuntan a la seguridad global.

5.- Cierre

En síntesis, la promesa electoral inicial del Frente de Todos -que se tomó con entusiasmo- se contradice tanto con el modelo de desarrollo que se está gestando -de crecer para luego exportar-, como con el de inserción internacional - de apuntar a una suerte de neo-alineamiento al bloque occidental, con predominio de lazos con la UE y apoyo de las grandes corporaciones locales, de un sector rentístico y concentrado- y estas opciones como rumbo, naturalmente, generan decepción en la ciudadanía y pérdida de sentido de futuro y evidentemente no un Estado de Justicia sino de parches. Si no advertimos esto a tiempo, junto con la necesidad de un debate interno en el seno del Frente en el sentido del cuestionamiento a la lógica de crecer para luego distribuir, o que pone salarios por debajo de la pobreza, incrementa los gastos de servicios públicos que alientan la inflación, recorte de derechos (por ejemplo, la moratoria jubilatoria) y que alienta la inflación vía devaluaciones periódicas, habrá apatía, corridas de los votantes hacia los extremos, como ya se expresara en las PASO y licuación de la base electoral del Frente de Todos. Y dejar todo dispuesto y prolijo para que nuevamente las elites capturen el Estado. También sucede con las grandes corporaciones que rigen hoy el precio de los alimentos sin ninguna cortapisa, o las que hay no les hacen mella. Que se apropian de una rentabilidad extraordinaria paralelamente a que la comida de los argentinos se achica. El culto a la propiedad privada en su concepción absoluta. La posibilidad de que cualquier cautelar pueda limitar derechos que afectan los intereses de las mayorías está muy arraigado por el sentido común instalado por los medios y de un Poder Judicial pro establishment. Es un hiperindividualismo que se ha constituido en los que poseen grandes fortunas que creen que se lo merecen, que no le deben nada a nadie y que nada debe afectar su ambición de aumentar su riqueza. Y sin embargo, parte de la posibilidad de un mundo distinto tiene que ver con la recuperación de capacidad de regulación de los Estados en función del bien común, de la justicia social, ambiental e intergeneracional; de no solo proteger seguridades y derechos jurídicos en términos individuales, sino también los sociales. Y es en parte lo que intenta el presidente Biden en sus paquetes de políticas económicas y sociales en EEUU, de sindicalización de las plataformas y de aumento de impuestos. Una suerte de neo-roosvelteanismo, pero que ya no funciona como entonces, ni tampoco el EQ para impulsar la economía, porque se encuentra con tasas altas de inflación que no pueden parar y la labor del Fed de subir las tasas de interés para controlarla, bajan el crecimiento. Se encuentra en una encrucijada, en parte fruto de la guerra y de la importancia de China en la acumulación mundial y cierta pérdida de credibilidad hacia el dólar como moneda mundial hacia el futuro, o con capacidad de emitir sin límite. Por eso, en un mundo que pierde soberanía alimentaria a causa de la guerra en Ucrania, que sube los precios de los granos y la carne, nosotros no podemos desaprovechar nuestra capacidad de producción de alimentos en favor de todos porque un grupo muy chico, de formadores de precios, se opone a cualquier control, y porque una parte de la clase política les teme y no quiere confrontar con estos [10]. En el fondo hay problemas de justicia distributiva que hay que abordar; lo mismo con los paraísos fiscales y la evasión, y la irresponsabilidad de no pensar que el capital tiene una función social, que debe servir para generar empleos, mejorar la tecnología, la calidad de vida de una sociedad, y no solo para aumentar la rentabilidad de los accionistas [11]. De resolver de otra forma la tensión entre los stake holders y los share holders [12]. Nuestra riqueza colectiva no es para que cuatro empresas se queden con rentabilidades excesivas a expensas de la comida de los argentinos y del futuro del país, sino para tener nuevas regulaciones que fijen ganancias razonables, instituciones que fomenten la producción de pequeños y medianos agricultores, de protección climática y para que no chantajeen al conjunto con el control de las divisas y encima pretendan la dolarización de la moneda, de una acumulación sin nación, de un individualismo sin noción del Común. Tal como se ha planteado en trabajos anteriores (Rapoport y Míguez, 2015), sin recuperación de resortes de control estatal sobre la economía será imposible pensar una agenda propia que exprese autonomía en el plano internacional. La pandemia causada por el Coronavirus ha puesto en evidencia algo que en América Latina tenemos como experiencia: el Estado es central para garantizar bienestar, salud, para impulsar la economía y para redistribuir recursos. Y es en plano interno en el que se definen las relaciones de fuerza que dan rumbo a los proyectos de desarrollo económico y de inserción internacional que se condensan en el Estado. Por lo tanto, la autonomía tiene que tener un sólido contenido, para poder construir estrategias flexibles pero certeras [13].

Por último, la Argentina y su Gobierno todavía están a tiempo de reconducir un rumbo estratégico que suponga tanto una inserción internacional autónoma en la multipolaridad, como de un modelo de desarrollo sustentable e inclusivo, sobre todo cuando esto requiere de un debate interno para acordar ese rumbo y de innovación para un modelo diferente. Y en este sentido, poder divisar mejor un rumbo estratégico, hacia dónde vamos, ayudaría a definir los intereses de los argentinos en esta transformación global que se está produciendo. Frente a la decepción en crecimiento, el elemento personal y emocional es el que organiza la relación de los votantes con la vida política. Solo reacciones eufóricas nos hacen esperar un cambio. No hay ninguna esperanza en un mundo nuevo. Cuando no hay esperanza de un cambio real a través de los medios políticos, nacen la ira y el odio. Es una de las manifestaciones del individualismo contemporáneo (G. Lipovesky, 2022). Sobre todo, frente a este relato de los medios que reproduce los intereses de las grandes corporaciones, de un Poder Judicial estamental y de los países dominantes que solo buscan concentrar y un mundo desigual y ajeno como el orden global a defender.

[1] Si bien puede considerarse que la autonomía es un objetivo de todos los Estados contemporáneos (Holsti, 1992: 83), en el caso de los países periféricos latinoamericanos la noción de autonomía nos remite al carácter dependiente y, por lo tanto, a una particularidad histórica. María Cecilia Míguez (2022) señala en el artículo “La validez del concepto de autonomía para pensar la política exterior de la Argentina hoy” que la autonomía es un concepto anclado históricamente, relacionado con las denominadas Teorías de la Dependencia de la década de los setenta y desarrollado ampliamente en sus orígenes por Helio Jaguaribe (1969; 1979) y Juan Carlos Puig (1980; 1984; 1986) .Tal como la ha analizado Bernal-Meza, la autonomía ha sido abordada en la región como concepto, como herramienta metodológica y como estrategia (2016).

[2] Míguez, María Cecilia (2022), “La validez del concepto de autonomía para pensar la política exterior de la Argentina hoy”. En: Racovchik, Alejandra y González, Leticia (2022), Desafíos para la política exterior argentina y la integración regional en el escenario post pandemia. Documento de Trabajo n° 10. Área Estado y Políticas Públicas. FLACSO: Buenos Aires.

[3] Ver “El debate por el modelo en el Frente de Todos”, de Arturo Laguado Duca, 9.5.22, disponible en http://politicaspublicas.flacso.org.ar/2022/05/09/el-debate-por-el-modelo-frente-de-todos

[4] Un grupo de senadoras y senadores del Frente de Todos visitó este viernes la localidad bonaerense Zárate, donde se encuentra la central nuclear Atucha, con el objetivo de presionar al Poder Ejecutivo para que firme la resolución y comience la construcción de la nueva central nuclear, acordada con China. La dilación, se sospecha, se funda en la visita que hizo una delegación de funcionarios estadounidenses hace un mes, recibidos por el jefe de Gabinete Juan Manzur y por el canciller Santiago Cafiero, entre otros ministros. Tiempo Argentino, 13-05-22

[5] Rusia es la “amenaza más directa” para el orden internacional por su invasión a Ucrania, afirmó el jueves en Tokio la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. [6] Dani Rodrik, “A Better Globalization Might Rise from Hyper-Globalization’s Ashes”, Proyect Syndicate,

[7] Dice Mariana Vazquez, “Pareciera que es un buen momento para discutir qué significa hoy la Tercera Posición, dado que algunos en el FdT lo han olvidado. No es un apego irreflexivo a la doctrina. La Tercera Posición no tiene tiempo, porque es la base de la soberanía, la independencia real y la dignidad.”

[8] Lo más peligroso es que hasta que no se ponga fin a la guerra el riesgo de escalada nuclear será real. Si las fuerzas convencionales rusas quedaran realmente al borde de la derrota (como pretende ahora Estados Unidos), puede que Rusia contraataque con armas nucleares tácticas. También podría ocurrir que Estados Unidos o Rusia derriben un avión de la otra parte en una misión sobre el Mar Negro, lo que a su vez llevaría a un enfrentamiento militar directo. Informes que hablan de la presencia de fuerzas encubiertas estadounidenses en el terreno y la revelación de la comunidad de inteligencia estadounidense de que ayudó a Ucrania a matar generales rusos y a hundir el buque insignia ruso en el Mar Negro resaltan el peligro. Ver, “Ending the War of Attrition in Ukraine”, 10.5.2022, Jeffrey D. Sachs , Proyect Syndicate.

[9] Siguiendo a Pagni, “Dos hipótesis distintas sobre el porvenir”, La Nación, 12-05-22.

[10] India este mes de mayo prohibió la exportación de trigo. El objetivo es poder alimentar –a precios accesibles- a la gigantesca población de la India. Se ve –como señala R. Aronskind- que no conocen el moderno criterio argentino, que consiste en hacer pasar hambre a su propia población para que sus exportadores aprovechen los altos precios y acumulen ganancias extraordinarias.

[11] Durante los últimos diez años, de acuerdo al informe de empleo que elabora mensualmente el Ministerio de Trabajo en base a datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), “el sector privado no generó ni un empleo registrado en términos netos. Este poco más de un millón y medio de empleos formales nuevos se explica fundamentalmente por el sector público, que sumó 711 mil nuevos trabajadores, y las diversas formas de monotributo, que agregaron 764 mil personas al trabajo no registrado. El proceso da cuenta de una mayor precarizarización del empleo incluso dentro del segmento registrado y de una mayor dependencia del empleo sobre el presupuesto público”. “Alfonso de Villalobos, “En una década, el sector privado no creo ni un empleo registrado neto”, en Tiempo Argentino, 15-05-22.

[12] Ver Mazzucato, M. (2020). Stakeholder capitalism is urgently needed and the COVID-19 crisis shows us why”, World Economic Forum.

[13] Miguens