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Por Mariano Ameghino

Con una mano en el corazón, suponga que usted le tiene que explicar a la tía Margarita de Fantino o a la Doña Rosa de Neustadt cómo funciona la Ley del Off Side (Orsai) o para qué sirven las PASO: ¿cuál de las dos opciones le parece mas accesible o  para cual cree que se encuentra más capacitado?.  Y cuando le hablo de opciones no me refiero a la tía o la doña, sino a qué es más fácil entender la regla más complicada del reglamento futbolístico que tantos dolores de cabeza trae (Telebeam y VAR mediantes) que las PASO -que mas que dolores de cabeza generan grandes jaquecas-

 

Hace mas de cien años cuando el presidente Saenz Peña diagramó un esquema electoral diferente al imperante hasta el momento, estableció a través de una Ley el sistema del voto secreto, obligatorio y universal. El presidente conservador pensaba que de esa manera iba a apaciguar las aguas de una sociedad donde la desigualdad se transformaba en conflictos sociales. Vacas gordas y peones flacos, una Argentina fastuosa pero con una población que si bien accedía a derechos civiles  no corría la misma suerte con los derechos políticos. El tema es que la historia nos cuenta que luego de sancionada la ley que evitaba el voto cantado, garantizaba el secreto y establecía la obligatoriedad para los hombres mayores de 18 años,  los conservadores no ganaron nunca más una elección. Roque Saenz Peña pensaba que su propuesta iba a permitir que el partido conservador se mantuviera en el poder y pacificara el clima social pero desde la sanción de la ley en 1912 hasta el golpe de 1930 absolutamente todas las elecciones fueron ganadas por la Unión Cívica Radical.

 

 

Como paradoja del destino, en un gobierno nacional y popular, en el Siglo 21, asesores, funcionarios y politólogos del gobierno de Cristina tuvieron una genial idea. Eliminar las internas partidarias para que los afiliados elijan a su candidatos, sortear el sistema de internas abiertas que ya se estaba utilizando donde cada partido hacía su llamamiento a la población más allá de sus afiliados para elegir quienes iban a representarlos en la contienda electoral. Una ida genial que en realidad ya tenía su existencia en Uruguay y en la provincia de Santa Fe.

 

La idea es que ante tanta cantidad de partidos políticos, sellos de goma que se presentan, se establece que para llegar a la elección general hay que obtener al menos el 1,5% de los votos. Además si algún partido político lo desea puede presentar varios candidatos dentro de la misma interna partidaria y según ese resultado se arma la lista para la elección general. De esta manera se supone que los partidos políticos no tendrían internas con afiliados sino que ahora todos los ciudadanos pueden participar en la disputa de cualquier partido o alianza electoral. Lo que puede considerarse anti democrático porque estamos obligando a los ciudadanos a participar de un tema que corresponde a los partidos políticos, o se corre el riesgo que un conjunto de votantes adrede participe de una interna partidaria para perjudicar a un candidato de otro sector con el solo hecho de complicarle la vida.

 

Desde que se implementa este sistema los sectores nacionales y populares nos encontramos en problemas. Por eso es que hemos decidido llamar a este laberíntico problema como “la venganza de los conservadores”. Y a las pruebas nos remitimos.

 

Desde que están vigente las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias han ocurrido los siguientes resultados electorales (entre otros):

 

·         2015. El antipueblo con Macri saca el 25% en las PASO, termina sacando el 51% en el ballotage. El peronismo arma PASO para elegir al gobernador de la Provincia de Buenos Aires, disputan la candidatura Aníbal Fernández y Julián Domínguez. Resultado: el ganador de las PASO –Aníbal- no es acompañado por la totalidad de los peronistas y perdemos contra Maru Vidal. Esto también arrastró la derrota de Daniel Scioli contra el domador de reposeras que entre las PASO y el Ballotage duplicó los votos, como dijimos más arriba.

 

·         2019. El peronismo en las PASO derrota ampliamente al antipueblo de Cambiemos. Una diferencia de 17 puntos. Fiesta total. Pero ese resultado permitió que Mauricio Macri armara una performance para achicar la diferencia. Los peronistas sacamos los mismos votos en las PASO que en las generales: 48%. Quedó un sabor semi amargo, la noticia adelantada de las PASO le permitió a ellos reacomodarse en el ring y lo que iba a ser una derrota por knock out pasó a ser por tarjetas.

 

·         2021. El antipueblo mantiene el 41% que sacó dos años atrás. Los peronistas no hicimos una buena elección. Quizá la peor de la historia. Si lo comparamos con aquel 48% podemos decir que a nivel nacional perdimos 17 puntos. ¿Pero cómo puede ser que comparemos peras con manzanas? Una elección presidencial, no se puede comparar con una de medio término. Una elección general no se puede comparar con una PASO. Y para peor de todo, mientras ellos en el 2019 las PASO les permitió despertarse y terminaron acomodándose en el ring, nosotros nos peleamos y generamos una crisis de gobierno que preocupa a todos los peronistas y a todos los argentinos.

 

Seguramente el lector tiene algún ejemplo para contradecir lo compartido en los párrafos anteriores. En algún lado, en algún pueblo, con algún ejemplo, las PASO pueden demostrar que ser un sistema bueno -pero podemos ver el ejemplo de Santa Fe que nos costó la pérdida del gabinete de un gran ministro como el chivo Rossi-.

 

Ellos usan las PASO para aglutinarse y crecer. Su condición de antipueblo los une espantados. Nosotros como peronistas, o no las sabemos usar, o no las queremos usar, o no las podemos usar. Pero en definitiva se trata de un esquema estudiado en un laboratorio de las ciencias políticas europeas que se inserta en la intelectualidad argentina que piensa la política como la de los países nórdicos sin recordar que el hombre americano posee una tradición e identidad que difiere de este esquema. Las PASO debilitan a los partidos políticos y esto a la democracia.

 

En definitiva, lo que nos pasa con las PASO es que tomamos una foto distorsionada, donde el votante como libre pensador juega un rol como el que va a la ruleta con plata de juguete. El votante fluctúa entre su simpatía, su ideología, sus ganas de “jugar” a que vota otra opción “para dar una mano” a tal o cual. Pero cuando la ruleta es con plata de verdad la dinámica nos pone en otro escenario. Cuando la elección es la definitiva el votante toma otra conducta.

 

Tomamos una foto distorsionada como si fuera la única verdad posible. Pero es importante analizar que en las elecciones del 12 de Septiembre hubo 800 mil votos que quedaron huérfanos con opciones que no pasaron las PASO. Votaron 1.2 millones de personas menos que en 2019, la izquierda a través del FIT triplicó su caudal de votos. Si comparamos peras con manzanas, esto es, la presidencial del 2019 con estas PASO del 2021, es muy probable que en es 1.5 millón de votos del FIT haya simpatizantes con nuestra causa que ante el fantasma cambiemita vuelvan al terruño peronista. Pero analizamos una foto distorsionada y nos volvemos locos, nos operan los medios, los anti pueblos.

 

Las PASO se han convertido en lo que el VAR es a la ley del off-side del fútbol. Nos quejábamos que las internas partidarias con afiliados eran obsoletas e invitaban a fagocitarse entre punteros compra votos, como la queja sobre el error humano del juez de línea cuando levantaba la banderita. Pero delegamos la confianza en sistemas impuestos desde conciencias colonizadas y terminamos debilitando la participación popular organizada en partidos políticos, así como el referee tiene que esperar lo que le dicen por cucaracha. Se pierde la escencia del juego, se pierde la esencia de la participación popular.

 

No podemos negar que el 12 de Septiembre nos fue mal, la tía Margarita y Doña Rosa también lo saben. Pero si nos relanzamos hacia las elecciones de Noviembre para achicar la diferencia, si después de las elecciones debatimos los resultados de la hipotética derrota y hacemos los cambios necesarios para oxigenar al gobierno y volver a ganar en 2023 podríamos salvar a la patria y al movimiento.