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Por Alejandro Goldín

Después del gran triunfo electoral en la que el binomio del MAS Evo Morales-Álvaro García Linera consiguió su segunda reelección la extrema derecha local conducida por La Embajada y la OEA presidida por  Luis Almagro como su apéndice como maquillaje institucional supranacional, desconocieron el resultado electoral denunciando fraude y convocando a una sublevación golpista que contó primero con la complicidad policial y luego el apoyo del Ejército. Al igual que las protestas de la extrema derecha venezolana contra Chávez y Maduro, las de la extrema derecha racista y xenófoba boliviana fueron muy violentas. La inacción policial convirtió a toda Bolivia en una zona liberada en beneficio de la ofensiva golpista a tal punto que las vidas de Evo y Álvaro estuvieron seriamente en peligro, obligando a que ambos, Presidente y Vicepresidente en ejercicio y reelectos, tuvieran que abandonar su país para no ser asesinados. En ese salvataje jugaron un rol clave el presidente de México Andrés Manuel López Obrador y el presidente electo de Argentina Alberto Fernández que intervinieron para que Evo y Álvaro pudieran escaparse a México.  Otro hubiese sido el cantar si el Gobierno legítimo hubiera contado con las fuerzas de seguridad para mantener el orden público y el respaldo de las Fuerzas Armadas al legítimo proceso electoral y a la Constitución Nacional.

 

Desde hace años en Venezuela la derecha y extrema derecha organizada, dirigida y financiada por la embajada prueba de maneras diversas desestabilizar y destituir al legítimo Gobierno constitucional, antes presidido por Hugo Chávez y desde hace 8 años por Nicolás Maduro. No solo han desconocido actos electorales y designado a un supuesto "presidente encargado", sino que de manera violenta han realizado protestas callejeras conocidas como "guarimbas". Esa manera de insurreccional de protestar comenzó en 2014, pocos después de la muerte de Chávez y fue mediante un plan denominado “La Salida” que pretendía derrocar a Maduro luego del triunfo del oficialismo en las elecciones municipales de diciembre de 2013. Las acciones violentas se han radicalizado en las guarimbas y en 2017 los crímenes de odio estremecieron a los venezolanos cuando un ex militar fue linchado por un grupo de opositores que lo acusaron de "infiltrado" y unos siete hombre fueron quemados vivos por ser señalados como “chavistas”.

Durante el último y muy difícil año en el que el mundo entero se ve muy afectado por la peor pandemia de la historia de la humanidad, sectores de derecha y extrema derecha mezclados con anti vacunas y terraplanistas protestaron en reiteradas veces en contra de las medidas sanitarias adoptadas por diferentes gobiernos, como el de centro derecha de la Canciller Ángela Merkel hasta de centro izquierda presidido por Alberto Fernández, por ejemplo. Desde hace meses hay una ofensiva de la oposición mediática, partidaria y judicial contra el gobernador Gildo Insfrán, que en una provincia históricamente pobre como Formosa instrumentó políticas sanitarias para evitar la propagación de la pandemia teniendo en cuenta que su sistema de salud podría colapsar en caso de no hacerlo. Gracias a esas medidas en esa provincia sólo tuvieron que lamentar 20 muertes por Covid19. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con 3 millones de habitantes (solo 5 veces más que Formosa) murieron 9 mil personas. Una Ciudad que dispone de 35 hospitales públicos y por lejos el mayor presupuesto por habitante del país, comparable con el de algunas metrópolis europeas incluso. Y en la que además se concentran las mejores y más caras y prestigiosas clínicas y hospitales privados de Argentina. El gobernador de Formosa obtuvo resultados extraordinarios con su manera de afrontar la pandemia y se constituyó en un mal ejemplo para la derecha y extrema derecha neoliberal, autoritaria y "libertaria". Y también para la principal fuerza opositora que apostó al caos y al fracaso desde casi el principio, denunciando mediante solicitadas estar sufriendo una "Infectadura" o incluso penalmente al Presidente por envenenamiento por comprarle al laboratorio ruso Gamaleya millones de SPUTNIK V. Insfrán es hostigado en canales, diarios y radios por comunicadores de derecha e incluso también algunos autodenominados "progresistas". Le critican que es gobernador de Formosa desde 1995 los mismos que invitan a sus programas o entrevistan cordial y amablemente a Gustavo Posse, el candidato a presidente de la Unión Cívica Radical de la Provincia de Buenos Aires, quién administra desde 1999 el municipio de San isidro que heredó de su padre Melchol, que lo gestionaba desde 1958(excepto la interrupción 76-83). A Posse nunca le preguntan nada al respecto, nunca lo cuestionan, omiten el tema, sufren de una amnesia selectiva los oligopolios mediáticos y sus comunicadores serviciales y bien pensantes. Y sobre todo muy porteño céntricos, muy blancos, muy puros, muy castos y virginales. Los principales protagonistas del embate contra Insfrán son Patricia Bullrich y Waldo Wolff, ambos con excelentes y aceitados vínculos con las dos embajadas más poderosas. Ambos representantes de la extrema derecha más dura, más confrontativa, más autoritaria, y que está dispuesta a todo. Una extrema derecha que no tiene frenos inhibitorios, ni escrúpulos ni responsabilidad institucional.

Ante el incremento de casos durante los primeros cinco días de la semana pasada en los que se detectaron 95 personas contagiadas de Covid19 y sin poder hallar los focos de los contagios, se hizo fuerte la hipótesis de que hubiera circulación comunitaria en la capital provincial por lo tanto el Gobernador resolvió que en esa urbe se volviera a fase 1, al Aislamiento Social Preventivo Obligatorio. Eso provocó la reacción de algunas personas, principalmente comerciantes y propietarios de bares y restaurantes porque acotaba el horario de apertura de sus locales hasta las 21 horas. El jueves 5 de marzo se movilizaron violando la normativa vigente pero quienes realmente provocaron el caos fueron sectores que convocaban a la concentración llamando a prender fuego la Casa de Gobierno. Varios era de grupos de jóvenes libertarios o republicanos, muy cercanos a la presidenta del PRO. La policía provincial reprimió intentando mantener el orden como lo hacen todas las fuerzas de seguridad en nuestro país: de manera violenta, excediéndose en el uso de la fuerza, a veces hasta con saña y con poco profesionalismo. Nada nuevo bajo el sol. O tal vez sí, lo nuevo es que quienes repudian la represión y piden que se respeten los derechos humanos son Patricia Bullrich, Waldo Wolff, Mauricio Macri, Rodríguez Larreta y la coalición opositora de derecha y extrema derecha "Juntos por el Cambio". Los mismos que reivindicaron a un policía que disparó por la espalda a un hombre que huía, los mismos que reivindicaron las represiones a los mapuche, los mismos que defendieron a los policías porteños cuando reprimieron la marcha del 8M del año 2017 o la marcha de las enfermeras o médicos residentes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Eso es lo auténticamente nuevo y sorprendente, o tal vez tampoco, porque así como en Bolivia el Golpe fue posible y organizado por la Organización de Estados Americanos y su titular Luis Almagro, ahora es la Organización de las Naciones Unidas la que expresa su preocupación por la represión en Formosa. Ambos organismos supranacionales hegemonizados por los Estados Unidos nunca se preocupan o alertan sobre el genocidio por goteo y silencioso en Colombia. Posiblemente porque tanto Uribe como Duque son dos títeres suyos. Formosa podría ser un globo de ensayo de la oposición destituyente de nuestro país y al mismo tiempo un intento de desestabilizar al actual gobernador, quien fue electo en octubre de 2019 con el 70% de los votos. Y algo que no se debe de ninguna manera descartar es la importancia que tiene Formosa para los agroexportadores. Durante el mes de febrero fueron detectados 15 camiones que contrabandeaban soja a Paraguay desde Formosa y Misiones para ahorrarse el 30% de retenciones a la soja.