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Por Sebastian Avila - Licenciado en Historia (UBA)

 

 

1.  Al gran pueblo, salud

-Tenemos un muchacho con un aneurisma.

La 4x4 avanza por la Fitz Roy Road entre baldazos de agua helada. El sonido de la radio rebota en los vidrios empañados. No hay gente ni autos. Puerto Argentino parece un pueblo fantasma. 

-Ayer intentaron sacarlo pero el avión no pudo salir por los vientos cruzados.

 

Según la definición de los manuales de aviación: “...Ese tipo de viento tiende a mover el avión hacia los lados y estos rebotes se convertirán en saltos laterales, imponiendo tensiones severas en el tren de aterrizaje, lo que puede resultar en una falla estructural”.

 

-Ojo que el tema no es solo con los vuelos. Cada dos por tres vas a ver una 4x4 en la banquina, dada vuelta.

Fabricio dobla despacio, mirando hacia los costados. A la derecha, una ambulancia amarilla se estaciona en la puerta del Hospital Memorial Rey Eduardo VII. Único centro de salud donde se atienden los 3400 habitantes de las islas.

-Imaginate que hay solo cinco médicos generales, un cirujano y un anestesista.

Los 1800 militares de la base militar de Mount Pleasant acuden al mismo sitio.

-Hay un soldado internado que se fracturó hace unos días en un ejercicio. 

Y los cientos de turistas, que en 2019 llegaron a más de 63.000.

-Sin contarte de los filipinos que se tiran al agua escapando de los pesqueros.

Frena, como si quisiera mostrarnos algo. Estira su cuello buscando algo o alguien.

-Antes de la guerra, cuando tenías algo jodido te mandaban para Tierra del Fuego. Con un poco de suerte, cuarenta minutos de avión. Hoy, dos horas y algo hasta Punta Arenas o cuatro a Santiago.

En su página web, la Clínica Alemana de Santiago ofrece el “servicio de paciente internacional” que incluye un médico especializado en la atención a isleños.

-En cambio, en Punta Arenas tenes al cónsul ingles que se encarga de los traslados.

De la ambulancia bajan una camilla vacía con un porta suero que se bambolea por el viento.

-Y ahora con esto del Brexit, parece que van a llegar menos medicamentos.

El Rey Eduardo VII recibe el 100% de sus insumos desde el Reino Unido, que a su vez importa unos 37 millones de medicamentos por mes de la Unión Europea, sin contar las toneladas de compuestos químicos para producir fármacos.

-Boris Johnson dijo que se comprometía a mantener todo igual. La pregunta es… ¿de dónde van a salir las medicinas?

Una camioneta azul nos pasa por la derecha, a toda velocidad, levantando una pared de agua sobre los vidrios empañados.

- ¿Y el del aneurisma?

-Dicen que está grave.

 

2. Modo avión

Una chica llora con la cara envuelta en sus brazos, sobre la mesa. El cantinero le acerca un manojo de servilletas y le avisa que están cerrando.

- ¿Tiene una tarjeta?. Por favor.

La piel de la chica es tan oscura que apenas se distingue del buzo negro que lleva puesto. El cantinero es pelado y tiene la tez rojiza como el kétchup.

-No, no tengo.

La chica vuelve a llorar, esta vez con los ojos a descubierto.

-Necesito hablarle, es ahora.

-Le dije, señorita, que no tengo ninguna tarjeta para venderle.

Algunos comercios de Puerto Argentino venden tarjetas para acceder a la red wi-fi. Una señal satelital que ofrece conexiones lentas, inestables y caras.

- ¿Ni siquiera las de 20 libras?

El hombre pasa un trapo sobre una mesa vacía y hace como si un fantasma le hubiese hablado. La chica se levanta, como puede, y avanza hacia la puerta del West Store, que cierra, como la mayoría de los comercios, a las ocho y treinta.

La sigo por la rampa y me calzo la capucha.

-Hola, ¿tendría una tarjeta?

La luz de los postes le tiñe las trenzas al viento de un color parecido al hierro oxidado.

-Hola, por favor, ¿conoce alguien que tenga una tarjeta? Es una emergencia.

Una vieja mueve la cabeza hacia los costados y la mira, con algo de espanto.

-Es muy importante, por favor.

Dobla en las esquinas, pero cada vez encuentra menos gente. En la puerta de la Iglesia, un grupo la ve venir y se mete dentro.

Se sienta en un banco de madera, frente a la bahía, y solloza como un cachorro.

-Hola.

-Hola.

-No tengo una tarjeta.

-Está bien.

En la oscuridad solo distingo las venas de sus ojos a punto de estallar.

- ¿No conoces a nadie que tenga conexión en su casa?

- No conozco a nadie que no sean mis hermanos.

Una sola empresa -Sure- ofrece abonos mensuales. El más rápido, por una línea de descarga de 7 MB de velocidad, se paga 467 libras por mes. Un poco más de 580 dólares o cuarenta y cinco mil pesos argentinos.     

-Bueno… también lo conozco a él. Trabaja con mis hermanos en una fundación ecológica.  

Una camioneta de la policía pega la vuelta en la esquina del muelle. Lleva encendida un juego de luces violeta que apenas la distinguen de otros autos.

-Con el Brexit, la fundación no va a recibir más fondos. Hace unos días me dijo que no quiere esperar a que eso pase. Que se vuelve a Sudáfrica y que prefiere no seguir conmigo.

Hasta ahora, la Unión Europea invertía 7 millones de dólares en garantías y programas de mantenimiento para proteger al millón de pingüinos que habitan en las islas.

-Hoy me escribió después de unos días, y cuando fui a contestarle, se acabó el crédito.

La luna se esconde tras un manto de nubes oscuras. No debe tener más de veinte años.

- ¿Se va así? ¿Sin despedirse?

Un velero golpetea la proa contra las maderas del muelle. Alguien hace luces desde una Land Rover. La chica se para, me saluda con la mano y se escurre en la noche.

 

3. Paella

Pedro está aburrido. Las risas de sus amigos resuenan por los pasillos con un eco molesto. Mira el reloj. Faltan dos horas para llegar. Camina lento, rumbo a la proa. Cuando pasa por la puerta de la cocina escucha un sonido latoso.

-Estimada tripulación del Tevenna…- el micrófono acopla-, quiero felicitaros por la grandísima tarea realizada.

Con el fin de la guerra, el Reino Unido estableció la Zona de Exclusión Pesquera, un área de más de 370 kilómetros en la que otorga licencias a distintas empresas.

-Ningún loligo se ha resistido a vuestra labor. Junto a los dieciséis buques de nuestra flota, hemos arañado el récord histórico de 1995, cuando alcanzamos las 98.400 toneladas.

El 20% del calamar consumido en Europa proviene de las Islas Malvinas. Solo España consume anualmente 57.000 toneladas.

-Hoy volvemos a casa con casi ochenta mil toneladas de calamar en las bodegas y con los corazones repletos de orgullo y alegría.

Pedro escucha, mientras saborea un puñado de boquerones recién robados de la mesada. A un costado, Jordi pica cebolla con un repasador sobre el hombro.

-Vuestro trabajo representa más del 25 % de toda la pesca que recibe el glorioso puerto de Vigo.

Todas las sociedades mixtas de pesca que operan en las islas tienen capital proveniente de Galicia.

-Viejo gilipollas, ¿por qué no habla del año que viene?

Pedro escupe al suelo una mezcla de sabores que le resulta extraña. En algún lugar, la lengua le arde.

Con la salida de la Unión Europea, los calamares y moluscos extraídos del Atlántico Sur deberán pagar impuestos que oscilan entre un 8% y un 16%.

-Oye Jordi, calma amigo, si han dicho que hasta diciembre sigue todo igual.

Los ingresos producidos por la pesca representan el 40% del PBI de las islas. Unos 139 millones de libras por año, solo por vender licencias.

-Como siempre, los invitamos a brindar por vuestra labor y por el honorable gobierno del Reino Unido, que nos concede sus permisos, año tras año. 

Jacinto aparece desde un costado y les alcanza un vaso de aluminio transpirado. Jordi se quita el repasador del hombro y toma un trago.  

-Sepan hacer llegar un saludo cordial a vuestras familias de toda España, que como siempre nos esperan ansiosas, después de tantos días fuera de casa.

La pesca en Malvinas genera más de 10 mil puestos de trabajo. Además de las españolas, participan empresas taiwanesas, coreanas y hasta panameñas.

-Viejo imbécil -Jordi seca sus labios con el borde del repasador blanco-, no es momento para festejar.

-Reciban también este abrazo fraterno de su capitán y de toda la conducción de la Flota.

Pedro siente el calambre, subiendo desde el tobillo. Jacinto lo mira fijo, con el ceño fruncido.

-Es normal, después de tantos días de frío.

 

4. La base está

Hay solo un ruido. Una vibración que no cambia de frecuencia. Es el mejor momento para dormirme, pero no puedo. Veinticuatro horas sin pegar un ojo, pero solo media hora para aterrizar en las Malvinas.

-Tripulación, prepárese para el aterrizaje.

Apunto la cámara hacia la ventanilla y solo veo el reflejo del vidrio y una masa blanca y gris que se mueve detrás. Mis ojos buscan entre las nubes el contorno del mapa que ví un millón de veces. Después de unos minutos logro reconocer algo que parece la tierra negra de un planeta desconocido, salpicada de lagunas como un queso gruyere, de montes y rocas partidas por doquier. El verde penetra en el gris y el gris en el azul celestial de las costas.

El avión baja aún más y aparecen ante el foco tres domos gigantes, verde oliva, justo en el perímetro donde comienza la base militar y el “aeropuerto” de Mount Pleasant.

-Son radares -dice Juancito, refregándose las lagañas.

Hasta el momento, nadie sabe con exactitud cuántos soldados ni qué cantidad de material militar alberga la base considerada -por expertos- cómo la más grande de Sudamérica. En sus declaraciones, el gobierno británico admite una población inestable de entre 1000 y 2000 soldados, submarinos nucleares, aviones caza, helicópteros, misiles tierra aire, fragatas.

-Recuerden que se encuentra prohibido tomar fotografías o usar sombreros o lentes de sol en el aeropuerto ya que nos encontramos bajo jurisdicción militar.

Afuera el sol castiga los chalecos reflectantes de dos personas -con grandes audífonos en sus orejas-, que se acercan al avión junto a la escalera móvil. Charlan y se ríen. Ella mantiene sus pelos rubios enrollados. Él juega con los controles de un walkie talkie.

-Ojo que acá le retuvieron los rosarios a la mamá de un soldado.

Frente al avión, un hangar gigante me recuerda a la película Gattaca, una distopía en la que los humanos deciden tener hijos con ayuda de la ingeniería genética. Más sanos, más fuertes y más competitivos en el mercado.

El piloto desciende la escalera y abre sus brazos como un espantapájaros. La rubia le pasa un sensor magnético bajo sus axilas, por entre sus piernas y también por la espalda. Como en Gattaca, una sociedad hipercontrolada por los agentes de seguridad.

-Esperamos que hayan tenido un hermoso viaje con LATAM Airlines. Los esperamos para disfrutar de nuevas travesías.

Más allá, un joven rapado, vestido con ropa camuflada, se pasea junto a un ovejero alemán que parece inspeccionar cada rincón de la base.

-El termo, que cagada.

Bajo, con un nudo en la garganta, pero la rubia no me palpa ni investiga. Camino, siguiendo el sendero de hormigas. Agradezco que nadie quiera identificarme con mis huellas digitales, como le hacen a Ethan Hawke en la película.

–Welcome to the Falklands Islands -reza un cartel, con un escudo debajo, donde se juntan un sable y una oveja-.

Para su construcción, entre 1983 y 1985, el gobierno británico gastó cerca de 500 millones de libras. En 2012, los costos para mantener la base ascendían a 150 millones de dólares. Casi la misma cifra que representa el PBI total de las islas y muy lejos de los 5 millones de dólares que el Reino Unido invierte en la isla de Ascención, otra de sus bases estratégicas.

-Faah, que calorcito!!. Yo pensé que en las islas hacía frío.

Dentro de la primera sala, la muchedumbre se agolpa en una larga fila que apenas si avanza cada tantos minutos. En breve, el aire se convierte en una caldera y todo el mundo choca sus brazos buscando quitarse algo de ropa. 

-Excuse me.

Mi codo casi noquea a la rubia que detecta metales.

-Don´t worry.

Intentan cruzar entre la muchedumbre, junto al tipo del walkie talkie, pero encallan ante la marea de turistas.

-Me decías… ¿qué dijeron entonces, sobre la base?

El tipo habla español.

-Que posiblemente tengan que achicar algunos gastos, con el Brexit.

Ella también. Su tonada es tan andina como un disco de los Parra.

- ¿Y cómo van a hacer con los pesqueros?

Además de ser diseñada para “defender” las islas de un posible ataque argentino, otra de las funciones de la base es controlar que los pesqueros que trabajan en la Zona de Exclusión sean solo los que tengan licencias.

-Se habla de ejercicios combinados con las Georgias.

Los británicos tienen otra base militar, más modesta, en las Georgias y Sándwich del Sur. Al sudeste de las Malvinas, estas islas funcionan como base de la British Antartic Survey. Un despliegue adelantado para controlar la Antártida, el reservorio del 90% del agua dulce mundial.

-Turistas van a seguir viniendo…

Hasta el Brexit, Malvinas y Georgias eran considerados “territorios de ultramar europeos”, por lo que se las contaban dentro de la estrategia de la “Red de defensa adelantada europea”.

-Pingüinos también…

La rubia se ríe y lo toma del chaleco hacia la fila que avanza contra el mostrador.

 

5. Qué pena siente el alma

-Tienen veinticuatro horas para buscar otro lugar. Por favor, no hagan que llame a la policía.

Julio tiene la vista perdida en algún punto de la Bahía. Violeta se acerca al ventanal y lo envuelve con sus brazos.

- ¿Qué vamos a hacer?

Rosalina salta sobre el sofá-cama y los mira, con su muñeca descogotada.

-No nos pueden echar, no es cierto. Voy a hablarle a Marcos, él tiene gente en la asamblea.

Según el último censo -realizado en 2016- unos 500 habitantes permanentes dijeron ser nativos de 44 nacionalidades distintas. Entre ellos, se destacan los 117 chilenos que componen la comunidad de latinos más grande de las doscientas islas que conforman el archipiélago.

- ¿Y el permiso?

-Bueno, tengo que ir a migraciones mañana mismo.

La cifra se eleva a 250 si se toma en cuenta aquellos que trabajan de manera temporal en rubros como gastronomía, turismo y construcción. Los permisos temporales se dan de acuerdo a lo que el sponsor -empleador- solicite, con un máximo de 4 años. En el último censo, un 2,3% de la población afirmó tener permisos de residencia temporaria y otro 22% permisos de trabajo.

- ¿Por qué no ves a la Mariana?. Puede que ella tenga lugar en su casa. Ustedes podrían dormir ahí y yo en lo de Marcos, hasta que todo se solucione.

A partir del tercer año, es posible tramitar el PRP (Permiso de Residencia Permanente). Para ello hace falta tener tres años de residencia ininterrumpida, no tener problemas con la ley -ni una sola infracción de tránsito- y demostrar una “residencia garantizada”.

Violeta descuelga el rompevientos y abre la puerta. Una ráfaga de viento hace volar un aviso judicial que atraviesa la cocina -integrada al living-, esquiva a Julio y cae justo sobre el pecho de Rosalina.

-Mami, mami, quiero ir contigo.

-Vamos hija, vamos.

En 1980 vivían solo 1813 personas en ambas islas. Cuarenta años después, la población se triplicó. No así la cantidad de viviendas.

-Mami.

- ¿Qué? -Violeta saca la boca por el hueco entre la capucha y el cierre.

- ¿Nos vamos a ir de la casa?

-Sí, hijita, es muy posible.

- ¿Y adonde? -La niña agarra la muñeca descogotada con una mano y a su mamá con la otra.

-No lo sé.

El total de los residentes con permisos temporales o de trabajo tienen que alquilar una vivienda. Con el ingreso medio de un trabajador se puede acceder a casas no tan grandes, pequeñas cabinas -llamadas Leisure Houses-, como también alquileres temporales en pequeños hospedajes. El pago es en libras y el valor no está regulado ni legislado de ninguna forma.

- ¿Podré llevarme a la muñeca cuando nos vayamos? -caminan cuesta arriba, por la Darwin Road y de a poco ven los techos de las casitas sobre la ladera de Sapper Hill-.

-Claro, hijita, claro.

Mariana tarda en responder. Abre la puerta, con una toalla en el pelo.

- ¡Hermosas! Qué linda sorpresa.

El olor a café se les impregna en las narices frías. Rosalina se sienta sobre el sofá-cama y observa la puerta del baño abierta y el vapor que se escapa.

- ¿Y qué pasa con la empresa de Julio? ¿Por qué lo suspenden?

-Que dicen que con esto del Brexit van a entrar menos unidades y que por eso necesitan reducir personal por unos meses.

El 100% de las soluciones habitacionales que llegan a las islas provienen del Reino Unido. Desde hace tiempo hay pedidos en la Asamblea Legislativa para poder recibir otros países como proveedores, pero los miembros se niegan.

- ¿Y con lo del petróleo? ¿No era que iban a contratar más gente?

-Lo mismo, que por ahora sigue todo como estaba.

Mariana recorre los cuarenta metros cuadrados con sus ojos, deja la toalla secándose sobre una silla de plástico y se sienta al lado de Rosalina.

-Linda, ¿no quieres ir a ver la tele un ratito?

 

6. Kuwait

Santiago pide un café y mira por los grandes ventanales del Shorty´s.

-Estoy podrido del turismo. Me quiero poner una constructora.

Un isleño me pide el frasco de cereales. Otro hace fila, detrás.

-Acá no dan más las cloacas ni la energía eléctrica, ni nada.

Muerdo las tostadas, frías, mientras me habla sin sacar la vista de la bahía, donde el viento agita las aguas.

-Imaginate si prende lo del petróleo. Se habla de dos mil nuevos habitantes. Vamos a tener que construir viviendas, infraestructura, de todo.

Según los documentos de las empresas que operan en las aguas alrededor de las islas, podría haber unos tres mil millones de barriles de petróleo. Cada día, en todo el mundo consumimos cien millones de barriles.

- ¿Vos sabes que acá, bajando por la Ross Road, estaba la estación de servicio de YPF?

En la década del 70, Argentina logró que YPF fuera la única empresa que vendiera gas y petróleo en las islas. Lo mismo sucedió con LADE (Líneas Aéreas del Estado), que se convirtió en la aerolínea exclusiva que conectaba el continente con las islas.

-Igual no sé qué decirte -Santiago me roba una tostada sin pedir permiso-, hace tanto que vienen anunciando lo del petróleo.

-Yo escuché que cayó el precio internacional por el quilombo que hay en la OPEP.

-Sí, pero ojo -ahora se refriega las manos con las servilletas de papel-, que la exploración off shore va por otro carril. Ahí los inversores miran el precio a largo plazo porque los yacimientos tienen una curva menos decreciente que los no-convencionales.

A pesar de que el crudo en su versión comercial no aparece, que los yacimientos no parecen tener la cantidad necesaria para ser explotados comercialmente y que los inversores se alejan, el Reino Unido continúa extendiendo las licencias.

-Mirá, algo tiene que haber ahí abajo. Sino empresas como Premier Oil no invertirían un dólar y el gobierno no les seguiría dando licencias -Santiago hace una seña y los mozos filipinos le sirven más café de una jarra.

- ¿Y si llegan a meter la gamba?. Digo, un desastre ambiental.

-Ahí perdemos todo. Se empetrolan los pingüinos y se nos jode el 90% del turismo.

Un valiente sube la cuesta con una bici de carrera. Santiago lo saluda levantando la mano y sonriendo.

-Ese es uno de los que está en tema. Es de la asamblea legislativa. Cada vez que lo veo me dice que hay que aguantar, que ya van a hacer anuncios.

La meca del petróleo es el yacimiento Sea Lion, explotado por las empresas Rockhopper y Premier. Según voceros de las operadoras, el depósito sería de “clase mundial”, casi igual a los yacimientos de Arabia Saudita. Sin embargo, en 2018, la misma Premier tuvo que borrar los números de las reservas que supuestamente había encontrado, por la falta de datos concretos.

-Y vos fijate que le decían el “Kuwait” del Atlántico Sur.

-No terminó muy bien Kuwait.

-Ya sé, ya sé. Pero acá, ¿quién va a venir a hacer una guerra?