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Por el Colectivo Marambio

El 10 de junio se sacudió la calma. ¿Qué calma? preguntaría uno de los cientos de jubilados que soporta cada miércoles la represión de Bullrich y sus lobotizados subordinados... ¿qué calma? preguntarían los residentes del Garrahan, médicos, enfermeras y denostados empleados administrativos… ¿qué calma? preguntaría Pablo Grillo, ¿qué calma? preguntarían los miles que se están quedando sin trabajo, ¿qué calma? preguntaría la comunidad universitaria, ¿qué calma? preguntarían los que no pueden pagar un alquiler, los que no llegan a fin de mes, los que suspendieron una o dos comidas diarias...¿qué calma?...

 

La calma de un sistema de representación política, social, sindical atravesado por la derrota, desmovilizado, sin respuestas, a la defensiva, resignado. Sistema de representación que dejó de representar: sus integrantes intuían que no debía imperar la calma cuando la ultraderecha avanzaba pisoteando varios derechos por minuto, pero no encontraban la manera de sacudirla, salvo por medio de peleas internas y disputa por lugares en listas para elecciones en las que vota cada vez menos gente.

Pero llegó el fallo condenatorio de la CSJ contra Cristina y removió el avispero. Lo paradójico es que los jueces ocupas de la CSJ y de los tribunales y cámaras inferiores y los miembros del poder real económico y mediático que los presionaron sin tapujos, tomaron la decisión de sacar el fallo en ese momento precisamente por la calma. Deben haber pensado que la calma les aseguraba una reacción popular limitada en masividad, organización y duración temporal. Triunfaron equivocándose: Cristina fue condenada y va a estar momentáneamente presa y el campo popular sufrió una derrota que puede fortalecerlo.

Para entender la reacción que generó el fallo de la Corte, es bueno recurrir a Álvaro García Linera y el contenido de la nota que publicó en Página 12 el 29/06: “…el carisma es una de las formas de constitución de la autoridad y legitimidad gubernamental. A diferencia de los tipos tradicionales (linaje) y racional-legales (burocráticas), el liderazgo carismático es el reconocimiento colectivo de cualidades excepcionales de una persona que la hacen depositaria irrestricta de la fe y la esperanza de una expansiva comunidad de seguidores…existe un momento carismático, esto es, un tiempo de excepcionalidad que abona sus condiciones de posibilidad…una particularidad latinoamericana es que el liderazgo carismático se presente como experiencias de democratización de la sociedad y de ampliación de los portadores de derechos colectivos…aún cuando hayan dejado el gobierno o que el momento carismático que le dio nacimiento haya desaparecido, el o la líder carismática seguirá ejerciendo una enorme influencia política en la sociedad y mantendrá el monopolio decisional del espacio partidario al que pertenece… las fuerzas políticas conservadoras, embriagadas de un resentimiento de clase, pueden buscar matar o proscribir al líder…para muchos, el agravio al líder será vivido como un insulto a la dignidad colectiva y, por ello, es inevitable que se desate, en este momento tardío del carisma, la etapa de victima unificadora de lo popular…”.

Todas las afirmaciones de Linera parecen verificarse en el caso de Cristina. El proceso que las confirma es “dialéctico”, su liderazgo pasa por picos y valles: en la coyuntura actual lo recupera, sobre todo hacia el entramado interno del peronismo -donde parecía estar más cuestionado-, motorizado por la agresión y su respuesta, amalgamando lo más dinámico del espacio opositor -izquierda incluida-. Discursivamente el “Cristina LIBRE” traduce la defensa del contrato democrático vigente desde el 83 y que el ultra-conservadurismo neoliberal cuestiona tratando de despojarlo de herramientas y contenidos populares; en las calles el “Cristina LIBRE” es la búsqueda de terminar con el ataque a Cristina que es el agravio a una minoría masiva que la reconoce como la mentora de un proyecto político que cumplió con las expectativas inclusivas de una parte importante del pueblo argentino.

Cristina condensa en su figura la racionalidad de planteos políticos que no rompen los límites de la corrección política y convocan a responder a las agresiones de la ultraderecha sin traspasar los límites impuestos por una institucionalidad que solo la oposición parece respetar; y un radicalismo simbólico que convoca a la resistencia callejera, a la pelea en las calles, a la paciente reconstrucción de una épica que recupere los valores fundacionales del peronismo.

El miércoles 18 de junio la movilización a la Plaza de Mayo fue masivamente conmovedora y los acontecimientos sociales, políticos y económicos posteriores parecen confirmar que el lema “Cristina LIBRE” intervendrá sobre cada una de las acciones que el campo popular encare en función de ponerle límite primero y expulsar después, al conjunto de fanáticos desquiciados que conducen el gobierno.

Sin embargo la crisis de representatividad sigue vigente y es claro que su superación no pasa simplemente por armados electorales. También es verdad que la unidad alcanzada en el Provincia de Buenos Aires ayudará a que la crisis no se profundice e incluso puede aportar a que las elecciones de setiembre y octubre se inscriban como hechos positivos del proceso de resistencia en ciernes.

Las peleas internas sustentadas en disputas de poder y no en la discusión de un proyecto de país vivible y disfrutable para las mayorías, cuya implementación implique detener a Milei y frenar las medidas de destrucción que aplica con goce y saña, solo ahondan -con razón- el proceso de desprestigio de la política, que se ha manifestado en las elecciones provinciales en porcentajes de concurrencia a las urnas muy por debajo de los habituales -en algunos centros urbanos por debajo del 50 %-. La apatía electoral es un efecto buscado por los libertarios y el círculo rojo del poder para consolidar un modelo falsamente democrático sustentado en el voto calificado de las elites -el contenido de protesta y disconformidad que expresa el ausentismo electoral parece resultar funcional a los planes del neoliberalismo-.

Las acciones y reacciones recientes del mileismo profundizan los ejes represivos que han sido uno de los pilares del gobierno, adelantando que la resistencia popular no podrá crecer sin enfrentarse a poderes judiciales y policiales sin límites a la hora de pisotear los más elementales principios republicanos. Un par de ejemplos:

·         la jueza Arroyo Salgado en tándem con Pato Bullrich, montó un show mediático con efectos disciplinadores, encarcelando un grupo de militantes por un hecho podría ser calificado apenas como una contravención. Por poner un pasacalles identificando a Espert como una mierda (si la mierda tuviera conciencia se ofendería por la equiparación) y tirar bosta en la puerta de su domicilio, todavía están detenidas Alesia Abaigar -que paso varios días en el penal de Ezeiza- y la presidenta del bloque de concejales de Unión por la Patria de Quilmes, Eva Mieri En términos pedagógicos el mensaje sería: “el que diga que somos una mierda, va en cana”

·         Los trolls de Javier Milei salieron a pedir un golpe de Estado que disuelva el Congreso luego de la paliza inédita que recibió la Rosada en el Senado hace un par de días. La oposición logró aprobar el aumento de las jubilaciones, la prórroga de la moratoria previsional, la emergencia en discapacidad, la coparticipación del Impuesto al Combustible, la distribución automática de ATN a las provincias y rechazó el veto al fondo de emergencia para Bahía Blanca, mientras los trolls liderados por el Gordo Dan,  le pidieron a Milei que "saque los tanques a la calle". "Qué mierda está pasando en el Congreso", dijo el troll uruguayo El Trumpista junto a una imagen hecha con IA de unos cazas sobrevolando el Congreso. “Hay que dinamitar todo el congreso, con diputados y senadores adentro"; exigió Fran Fijap el "influencer" que se hizo célebre cuando se refugió en una casa de empanadas para que no lo lincharan

La represión ilegal o la convocatoria a dar un golpe de estado, deben generar reacciones de profundidad similar en la oposición social, sindical y política. El campo nacional y popular no puede defender sin más un statu quo democrático con justicia cuestionado por haber dejado de dar respuestas a las necesidades populares, pero tampoco puede permanecer callado mientras la ultraderecha tira a la basura el pañal junto al bebé: recuperar, replantear y reformular  la democracia liberal buscando un marco más amigable para consolidar conquistas populares y a la política como herramienta propiciatoria forma parte de las tareas a encarar.

Se impone la necesidad de recrear nuestro discurso y ofrecer un proyecto atractivo que no se agote en los buenos momentos del pasado, adecuándose al presente aunque asentado en las banderas históricas nacionales y populares. Desafío enorme, pero no imposible...de los que estamos acostumbrados a enfrentar.